Reproducimos a continuación unos fragmentos de un gran investigador italiano: el helenista, teólogo, latinista, historiador y filósofo R. Amerio, consejero del Cardenal Siri. Nos explica cómo la diferencia entre sacerdote y fieles no se basa sólo en que cada uno tenga una función diferente, sino que la diferencia existente es absolutamente sustancial.
Y diremos más: eran herejes como los luteranos o los husitas los que sostenían el grave error de que el sacerdote NO se distingue sustancialmente de los fieles y que todos los cristianos son igualmente sacerdotes.
Tales errores han sido y siguen siendo sostenidos por gran cantidad de los herejes modernistas.
Mendo Crisóstomo
SACERDOCIO UNIVERSAL Y SACERDOCIO ORDENADO
Por Romano Amerio
El πρῶτον ψεῦδος de la crítica planteada contra el sacerdocio histórico de la Iglesia (que es el sacerdocio como tal) consiste en desconocer las esencias y reconducirlo todo a funciones de naturaleza puramente humana.
El dogma católico atribuye al sacerdote una diferencia con el laico no sólo funcional, sino esencial y ontológica, debida al carácter impreso en el alma por el sacramento del orden. La nueva teología, sin embargo, reavivando antiguas pretensiones heréticas que confluyeron después en la abolición luterana del sacerdocio, oculta la distancia existente entre el sacerdocio universal de los fieles bautizados, y el sacerdocio sacramental que solamente pertenece a los sacerdotes.
Por el bautismo el hombre es agregado al Cuerpo Místico de Cristo y consagrado al culto divino mediante una participación en el sacerdocio de Cristo, único que prestó a Dios el debido culto en modo perfectísimo.
Pero además del carácter bautismal, el sacerdote recibe en la ordenación un ulterior carácter que es como la reimpresión del primero. Gracias a la ordenación se hace capaz de actos in persona Christi de los cuales los laicos son incapaces; los principales son la presencia eucarística y la absolución de los pecados.
La tendencia de la nueva teología consiste en disolver el segundo sacerdocio en el primero y reducir al sacerdote al estatuto común del cristiano.
Según los innovadores, el sacerdote tiene una función especial, como la tiene todo cristiano en la diversificada comunidad de la Iglesia.
Esta función especial es conferida al sacerdote por la comunidad y no implica ninguna diferencia ontológica respecto al laico, «ni el ministerio debe ser considerado como algo superior» (Centro Informazione Documentazione Sociale, 1969, p. 488). «La dignidad del sacerdote consiste en haber sido bautizado como cualquier otro cristiano» (Centro Informazione Documentazione Sociale, 1969, p. 227).
Se niega así la distinción entre las esencias, rechazando el sacerdocio sacramental y haciendo del cuerpo de la Iglesia (orgánico y diferenciado) un cuerpo homogéneo y uniforme [1].
En el libro de R. S. Bunnik, buen ejemplo del pensamiento predominante en la Iglesia holandesa y en sus institutos de formación teológica [2] la tesis está desarrollada ex professo. «El sacerdocio universal se impone como una categoría básica del pueblo de Dios, mientras que el ministerio particular no es sino una categoría funcional» y es «una necesidad sociológica que proviene de abajo».
Del hecho de ser el sacerdocio universal la base del particular (lo es, puesto que el ordenando debe estar bautizado), el teólogo holandés pasa a negar que la ordenación sitúe al hombre en una base distinta de la cual emanen actos imposibles para la base bautismal, la cual proporciona una capacidad activa para ciertos actos, pero para otros solamente otorga una capacidad pasiva, como la de recibir la Eucaristía y el orden sacerdotal.
El paralogismo sobre el sacerdocio se duplica con el paralogismo sobre la posición de la Iglesia en el mundo. Así, dice que «la Iglesia del Concilio descubre progresivamente que en última instancia la Iglesia y el mundo componen una única e idéntica realidad divina».
Aquí se presentan las esencias disueltas y confundidas: en primer lugar, la del sacerdocio ordenado confundida con la del sacerdocio bautismal, y luego la de la Iglesia sobrenatural teándrica confundida con la sociedad universal del género humano indiferenciado.
CRÍTICA DEL ADAGIO «EL SACERDOTE ES UN HOMBRE COMO LOS DEMÁS»
Por Romano Amerio
La confusión teológica se ha convertido en un lugar común de la opinión popular, en parte causa y en parte efecto de la doctrina de algunos autores muy difundidos. Según esta opinión, el sacerdote es un hombre como los demás. La afirmación es superficial y falsa, tanto en sentido teológico como en sentido histórico.
En sentido teológico, porque va contra el dogma del sacramento del orden, que unos cristianos reciben y otros no, quedando así diferenciados ontológica y, por tanto, funcionalmente.
En sentido histórico, porque en la comunidad civil los hombres no son iguales, salvo en la esencia: y eso cuando es contemplada en abstracto y no en concreto, donde se encuentra diferenciada. Decir que el sacerdote es un hombre como todos los demás (no sacerdotes) es aún más falso que decir que el médico es un hombre como todos los demás (no médicos): no es un hombre como todos los demás, es un hombre-sacerdote.
No todo el mundo es sacerdote, como no todo el mundo es médico. Basta pensar en el comportamiento de la gente para darse cuenta de que todo el mundo diferencia entre un médico y quien no lo es, o entre un sacerdote y quien no lo es. En unos apuros llaman al médico, en otros al sacerdote. Los innovadores, fijándose en la identidad abstracta de la naturaleza humana, rechazan el carácter sobrenaturalmente especial introducido por el sacerdocio en la especie humana, merced al cual el sacerdote está separado: «Segregate mihi Saulum et Barnabam [Separadme a Bernabé y Saulo]» (Hech. 13, 2).
De este error descienden los corolarios prácticos más comunes: el sacerdote debe hoy día aplicarse al trabajo manual, porque sólo en el trabajo puede cumplir su propio destino individual y además tomar conciencia de la realidad humana en la que leer los designios de Dios sobre el mundo. Se considera así al trabajo como fin del hombre o condición sine qua non de dicho fin, situando la contemplación y el padecimiento por debajo de la productividad utilitaria.
Por otra parte, siendo el sacerdote un hombre como los demás, reivindicará el derecho al matrimonio, a la libertad en la forma de vestirse, y a la participación activa en las luchas sociales y políticas; y así se adherirá a la lucha revolucionaria, que convierte en un enemigo contra el cual luchar a quien, aunque sea una persona injusta, es un hermano.
Resulta infundado lamentarse porque el sacerdote esté segregado del mundo.
En primer lugar, porque está separado, como Cristo separó a sus apóstoles, precisamente para ser enviado al mundo. Y el plus introducido por la ordenación sacramental en el hombre separado era hasta tiempos recientes tan notorio para todos que hasta las expresiones populares en lengua vernácula lo atestiguan: distinguen al hombre-sacerdote de su sacerdocio, y evitan ofender al sacerdote incluso cuando quieren ofender al hombre, sabiendo diferenciar al hombre de su hábito (tomado como signo del sacerdocio) y de «lo que él administra»: lo sagrado.
En segundo lugar, la separación del clero respecto al mundo en el sentido lamentado por los innovadores no encuentra ningún apoyo en la historia. Tanto el clero llamado secular como el regular están separados del mundo, pero en el mundo.
Y para probar victoriosamente que aquélla separación del mundo no convierte al clero en algo extraño a éste, basta el hecho de que el mismo clero regular (el más separado del siglo: el hombre del claustro) es quien más potentemente difundió no sólo la influencia religiosa, sino también la influencia civil en el mundo.
Informó la civilización durante siglos; o más bien la hizo nacer, habiendo originado en su seno las formas de la cultura y de la vida civil, desde la agricultura a la poesía, desde la arquitectura a la filosofía, desde la música a la teología.
Retomando una imagen de la que suele abusarse y colocándola en su significado legítimo, diremos que el clero es el fermento que hace germinar la pasta, pero sin convertirse en ella. También, según los químicos, los enzimas contienen un principio antagonista de la sustancia que hacen fermentar.
Romano Amerio
[1] Inequívoca y ostensible es la posición de Mons. RIOBÉ, obispo de Orléans, que en una declaración de la Conferencia episcopal francesa publicada en «Le Monde» de 11 de noviembre de 1972, propone la institución de laicos que ejerciten por encargo de la comunidad y con el consentimiento del obispo, aunque sólo temporalmente, las funciones del sacerdote ordenado.
[2] Prêtres des temps nouveaux, traducido del holandés por Denise Moeyskens, Tournai 1969 (edición original en Ed. Casterman, Amsterdam 1969). Los pasajes citados están en las pp. 64 y 43. La tesis que sostiene es la del P. SCHILLEBEECKX.
3 comentarios
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noviembre 19, 2009 a 12:30 am
Eduardo
Prezado amigo, salve Maria!
Um dos poucos blogs que, aqui no Brasil, ainda resistem sem ser sedevacantista — o Blog do Tarrasch –, nos brindou há alguns dias com a seguinte notícia (mais que boa!):
“domingo, 15 de novembro de 2009
PADRE CERIANI ABRE SEU BLOG!
Amigos, o Padre Ceriani está abrindo mais um espaço para a Resistência Católica, se bem que seu blog ainda em fase de construção.
Diante do expurgo promovido por Roma, conforme assinalado pelo cardeal Hoyos, é dever de todo católico divulgar qualquer novo canal dos que ainda defendem a Tradição e o legado de Monsenhor Lefebvre.
Segue o link do Blog:
http://signum-magnum.blogspot.com/
Postado por Ricardo Tarrasch às 23:28
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Links para esta postagem”
* * *
Aproveitemos todos e divulguemos o máximos possível esta boa nova, pois que o Pe. Ceriani vem sendo difamado, caluniado etc. por muita gente… e muito poucos sãos aqueles que, conscienciosos, tentam fazer alguma coisa em nome da honra deste Padre santo, que, sem sombras de dúvida, só trabalha pelo REINADO SOCIAL DE NOSSO SENHOR JESUS CRISTO!
E que os seguidores do blog do Padre se multipliquem, para consolá-lo e estimulá-lo ainda mais neste tão desgastante trabalho, que, na verdade, é uma guerra sem tréguas!
Forte abraço,
In Cordibus Iesu et Mariae,
Eduardo.
marzo 9, 2012 a 3:24 pm
El latín, la lengua de la Liturgia Romana por antonomasia « IOTA UNUM
[…] hemos reproducido en otra ocasión algún texto del gran sabio Romano Amerio, helenista, teólogo, historiador, latinista y filósofo (además de […]
enero 16, 2015 a 9:09 am
Cristo Sacerdote vs. presidente de la asamblea | IOTA UNUM
[…] el punto de compararla con su Palabra, en vez de insistir en el aspecto sacrificial de la Misa: la presencia de Cristo sacerdote (en el celebrante) y víctima (bajo las especies eucarísticas), que es el que se sitúa en el […]