¿Se imaginan hallándose sumergidos en una poza malholiente y abominable, saturada de basuras, aguas fecales y cadáveres en descomposición?

Con toda certeza, muchos de los que ahora leen esto se habrán planteado cómo huele el infierno. Así pues, en esta ocasión vamos a reproducir un texto de San Anselmo que, tras hablarnos de las tinieblas inacabables del infierno, menciona sus repugnantes olores, hedores nauseabundos y vomitivos que no pueden erradicarse en toda la eternidad.

Pero antes, el santo menciona las tinieblas del infierno. Son tinieblas tan densas que sólo queda un ínfimo resquicio de luz suficiente para observar a los otros condenados y para poder ser atormentado por imágenes espantosas durante toda la eternidad.

Mendo Crisóstomo

————

El hedor activo del Infierno

Yacen en las tinieblas exteriores. Pues, acordaos, el fuego del infierno no emite ninguna luz. Así como, al mandato de Dios, el fuego del horno Babilónico perdió su calor, pero no perdió su luz, así, al mando de Dios, el fuego del infierno, mientras retiene la intensidad de su calor, arde eternamente en las tinieblas.

Es una tempestad de tinieblas que nunca más se acaba, de negras llamas y de negra humareda de azufre ardiendo, por entre de las cuales, los cuerpos están amontonados unos sobre los otros sin una brizna de aire.

De todas las plagas con que la tierra de los faraones fue flagelada, una plaga sola, la de la tiniebla, fue llamada como horrible. ¿Cuál es entonces el nombre que debemos dar a las tinieblas del infierno, que han de durar no sólo por tres días, sino por toda la eternidad?

El horror de esta estrecha y negra prisión es aumentado por su tremendo hedor activo.

 

Toda la inmundicia del mundo, todos los amasijos de escorias del mundo, los desperdicios y basuras del mundo...correrán para allá como para una vasta y humeante cloaca

"Toda la inmundicia del mundo, todos los amasijos de escorias del mundo, los desperdicios y basuras del mundo...correrán para allá como para una vasta y humeante cloaca"

Toda la inmundicia del mundo, todos los amasijos de escorias del mundo, los desperdicios y basuras del mundo, nos fue dicho, correrán para allá como para una vasta y humeante cloaca cuando la terrible conflagración del último día haya purgado el mundo.

El azufre también, que arde allá en tan prodigiosa cantidad, llena todo el infierno con su intolerable hedor, y los cuerpos de los condenados, ellos mismos, exhalan una peste tan pestilente que, como dice San Buenaventura, sólo uno de ellos bastaría para infectar todo el mundo.

El propio aire de este mundo, ese elemento puro, se torna fétido e irrespirable cuando queda encerrado largo tiempo. Considerad, entonces, cual debe ser la fetidez del aire del infierno.

«Imaginad un cadáver fétido y pútrido yaciendo descompuesto y podrido en la sepultura, una materia putrefacta de corrupción líquida.Imaginad un cadáver fétido y pútrido yaciendo descompuesto y podrido en la sepultura, una materia putrefacta de corrupción líquida.      Y a continuación imaginad ese hedor malsano multiplicado un millón y más, otro millón de millones sobre millones de carcasas fétidas comprimidas juntas en la tiniebla humeante, una enorme hoguera de podredumbre humana.

Y a continuación imaginad ese hedor malsano multiplicado un millón y más, otro millón de millones sobre millones de carcasas fétidas comprimidas juntas en la tiniebla humeante, una enorme hoguera de podredumbre humana."

Imaginad un cadáver fétido y pútrido yaciendo descompuesto y podrido en la sepultura, una materia putrefacta de corrupción líquida.

Imaginad tal cadáver preso de las llamas, devorado por el fuego del azufre ardiente y emitiendo densos y horrendos humos de nauseante descomposición repugnante. Y a continuación imaginad ese hedor malsano multiplicado un millón y más, otro millón de millones sobre millones de carcasas fétidas comprimidas juntas en la tiniebla humeante, una enorme hoguera de podredumbre humana.

Imaginad todo eso y tendréisuna cierta idea del horror del hedor del infierno.

San Anselmo, Similitudes