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SAN MIGUEL ARCÁNGEL, DEFENSOR DE LOS MORIBUNDOS Y PSICOPOMPO (Primera Parte)

por Mendo Crisóstomo

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San Miguel Arcángel, gloriosísimo príncipe de los ejércitos celestiales, protector de las parturientas, de los niños que han de nacer y de los recién nacidos

San Miguel Arcángel, gloriosísimo príncipe de los ejércitos celestiales, tiene como tarea rescatar a las almas de los fieles del poder y tentaciones del Antiguo Enemigo.

Por eso es el protector de las parturientas, de los niños que han de nacer y de los recién nacidos. Pero especialmente a la hora de la muerte, ya que ese estado de espera hasta reunirse con Dios es el más aprovechado por Satanás para buscar los resquicios por los que pervertir el alma y así poder llevársela para siempre.

El soberbio y arrogante Satanás tiembla sólo con escuchar su nombre, pues le recuerda el grito de «Quis ut Deus?» con que el humilde San Miguel le respondió cuando se rebeló contra Dios bajo el grito de «Non Serviam!» (¡No te serviré!).

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Unidos al grito de «Quis ut Deus?» siguieron a San Miguel Arcángel y, capitaneados por éste, derrotaron a Satanás y a sus ángeles

La mayor parte de los ángeles, unidos al grito de «Quis ut Deus?» (¿Quién como Dios?) siguieron a San Miguel Arcángel y, capitaneados por éste, derrotaron a Satanás y a los ángeles que le habían seguido en su pérfida rebelión.

La muerte es una clara (y tangible) constatación de las consecuencias del pecado original en nuestra naturaleza. Desde momentos antes de producirse, los demonios ya preparan sus tentaciones para actuar en la última oportunidad que van a tener de llevarse consigo al moribundo: hacerle morir en la impenitencia final.

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en el instante mismo de la muerte, se presentan —ya visiblemente— los demonios

Sin embargo, aparte de que Dios nunca permite que seamos tentados por encima de nuestras propias fuerzas, en esos terribles y angustiosos momentos de la muerte también acudirá el Arcángel San Miguel a la cabeza de otros ángeles, con el objetivo de conseguir que el moribundo muera con la perseverancia final de la fidelidad a Cristo. O bien, si vivió infiel a Cristo, se presentarán allí con el objetivo de que alcance el arrepentimiento y perdón de sus pecados antes de que sea demasiado tarde.

subir imagenDespués, en el instante mismo de su muerte, tiene lugar el Juicio Particular; se le presentan —ya visiblemente— los demonios, encabezados por su príncipe, el Antiguo Enemigo del género humano, frente a San Miguel Arcángel, que tendrá como tarea defenderle en ese juicio y, si sale absuelto, conducirlo protegido hasta el Cielo (directamente o llevándole primero al Purgatorio).

Dentro de la Escatología (definida fundamentalmente en 1274 en el Concilio II de Lyon, en la constitución Benedictus Deus de 1336, promulgada por Benedicto XII y en 1439 en el Concilio de Florencia), se distinguen la Escatología Intermedia y la Escatología Final.

subir imagenEl Juicio Particular, producido instantáneamente tras la muerte, se contiene en la Escatología Intermedia. El alma, al separarse del cuerpo, recibe la salvación eterna (bien sea inmediata o bien tras la conveniente purificación en el Purgatorio), o la condenación eterna.

La Escatología Intermedia es la fase personal dentro de la lucha cósmica que se produce, por un lado, entre Satanás (que ampara la Ciudad del hombre mundano) y San Miguel, que combate con las fuerzas de Dios (y que ampara la Ciudad de Dios). En este caso, entablan una lucha por el alma del moribundo.

Cada día, antes de oficiar el Santo Sacrificio de la Misa, San Anselmo rezaba la siguiente oración:

«San Miguel Arcángel de Dios, custodio del Cielo, venid en mi ayuda en el momento de mi muerte; sed mi defensa contra el Espíritu Maligno y conducid mi alma a la gloria del Paraíso.»

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San Anselmo

San Anselmo, Doctor de la Iglesia, cuenta una interesante anécdota a este respecto: había un piadoso religioso, cuyo bautismo había sido tardío, a quien, en sus últimos momentos, le asaltó el Diablo, apareciéndose para acusarle de todos los pecados que había cometido antes de ser bautizado. En aquellos momentos, se presentó allí San Miguel. Respondió a las acusaciones alegando que todos esos pecados habían sido borrados en culpa y en consecuencias con el Bautismo.

Entonces Satanás le acusa de los pecados cometidos después del Bautismo. San Miguel declaró entonces que tales pecados le habían sido perdonados en la confesión general hecha antes de profesar a la vida religiosa. Incansable, Satanás le acusó de sus negligencias y faltas durante su vida religiosa, pero San Miguel refutó las acusaciones dando testimonio sus confesiones y buenas obras durante su vida religiosa, recordándole que lo que le quedaba por expiar lo había hecho a través del sufrimiento de su enfermedad, vivido con resignación y paz.

San Miguel Arcángel, en efecto, fue siempre reconocido como el gloriosísimo Príncipe de los Ejércitos Celestiales, como protector de los ejércitos cristianos contra los enemigos de la Iglesia y como defensor de los cristianos contra los poderes diabólicos, trabajando por conseguir una buena muerte para cada uno de aquéllos.

Protector de los moribundos, los defiende de las asechanzas del Diablo y los recibe inmediatamente y conduce hasta el Cielo si se lo han ganado y si han salido absueltos del juicio particular.

El Papa San Gregorio Magno, Padre y Doctor de la Iglesia, nos enseña (Homilías sobre los Evangelios 9, 8-9):

«Nosotros debemos procurar y pensar con grandes lamentos cuán rabioso y terrible nos asaltará en el día de nuestra muerte el príncipe de este mundo, nos asaltará reclamando sus obras en nosotros, pues que acudió a Dios que moría en la carne, y hasta buscó algo en él (Is. 14,30), en quien nada suyo pudo hallar…

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San Gregorio Magno

¿Qué diremos al enemigo que reclama y que halla en nosotros muchas cosas suyas sino solamente que tenemos un refugio seguro y una firme esperanza, porque nos hemos hecho una misma cosa con Aquél en quien el príncipe de este mundo también reclamó algo suyo, pero nada pudo hallar, porque sólo Él está libre entre los muertos (Ps. 87,5), y que ya hemos sido librados del pecado con una verdadera libertad, porque estamos unidos a Aquél que es verdaderamente libre?»

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San Jerónimo

Otro Santo Doctor y Padre de la Iglesia, San Jerónimo, autor de la Vulgata, decía que San Miguel asiste a las almas desde su aparición sobre la tierra, pero sobre todo en el terrible trance de la muerte.

Orígenes, San Juan Crisóstomo, San Eusebio y otros Padres de la Iglesia nos enseñan también cómo se presenta el Diablo con otros demonios en el momento de la muerte de cada uno y cómo San Miguel acude para cumplir con la psicostasis (pesar las almas) y para efectuar su trabajo de psicopompo.

subir imagenSan Miguel se encarga, pues, de efectuar la psicostasis. Por ello, a lo largo de los siglos, se le ha representado con una balanza, en la que pesa las buenas acciones de cada alma, e interviene Satanás para influir negativamente en este pesaje y lograr que pesen más las malas acciones.

Pero también es psicopompo, porque se encarga de conducir las almas de los difuntos y proteger de los demonios a los moribundos, ayudándoles a obtener una buena muerte y librándolos de los demonios que acechan.

Esta actuación de San Miguel Arcángel aparece testificada ya en la Epigrafía conservada del Cristianismo Primitivo (vid. R. Infante, «Michelle nella Letteratura apocrifa del Giudaismo del Secondo Tempio», Vetera Christianorum 34, 1997, 211-229.) e incluso en una obra tan importante para los orígenes del Cristianismo como el Pastor de Hermas (I, 3).

subir imagenEn el monte Gárgano, al sur de la península Itálica, desde el siglo V está presente el culto a «San Miguel Arcángel, taumaturgo, psicopompo, psicagogo», y allí cuenta con un importante santuario, quizá el más importante de cuantos se le han dedicado en la Cristiandad.

A lo largo de la Edad Media, a San Miguel Arcángel se le consagrarán numerosas capillas en los cementerios (vid. E. Mâle, L’art religieux du XII siècle en France, Paris, 1924). En el Museo de Arte Catalán de Barcelona, se conserva una representación románica del siglo XIII en la que se aprecia a los Arcángeles San Miguel y San Gabriel transportando un alma al Cielo.

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San Miguel Arcángel conduce a las almas salvadas hasta el Cielo, donde les presenta a Dios

Cuando el difunto ha alcanzado su salvación, si no tenía que pasar por el Purgatorio,  San Miguel Arcángel en persona lo llevará hasta el Cielo, donde, tras ser recibido por los mártires, por los santos de su devoción y por los seres queridos que se han salvado, San Miguel Arcángel le presentará a Dios.

Exponemos a continuación un fragmento de la obra «Léeme o laméntalo», que hemos extraído de un excelente blog que frecuentamos con asiduidad.

Estos brevísimos fragmentos ilustran qué es el purgatorio y nos narran un par de pequeñas historias reales relacionadas con quienes no rezan ni ofrecen sacrificios por las almas de los fieles difuntos, y con quienes sí lo hacen.
Como ya es costumbre en nuestro blog, hemos resaltado algunas partes y hemos añadido ilustraciones.

Mendo Crisóstomo

¿QUÉ ES EL PURGATORIO?

Es una prisión de fuego en la cual algunas almas salvadas son sumergidas después de la muerte y en la cual sufren las más intensas penas.

Aquí esta lo que los mas grandes doctores de la iglesia nos dicen acerca del Purgatorio.

Tan lastimoso es el sufrimiento de ellas que un minuto de ese horrible fuego parece ser un siglo.

Santo Tomás de Aquino indicó que el fuego del Purgatorio "es mas aterrador que todos los sufrimientos posibles de esta tierra"

Santo Tomás de Aquino, el príncipe de los teólogos, dice que el fuego del Purgatorio es igual en intensidad al fuego del infierno, y que ¡el mínimo contacto con él es mas aterrador que todos los sufrimientos posibles de esta tierra!

San Agustín, el más grande de todos los santos doctores, enseña que para ser purificadas de sus faltas previo a ser aceptada en el Cielo, las almas después de muertas son sujetas a un fuego más penetrante y más terrible que nadie pueda ver, sentir o concebir en esta vida.

Aunque este fuego está destinado a limpiar y purificar al alma, dice el Santo Doctor, aún es más agudo que cualquier cosa que podamos resistir en la Tierra.

San Cirilo de Alejandría no duda en decir que «sería preferible sufrir todos los posibles tormentos en la Tierra hasta el día final que pasar un solo día en el Purgatorio«.

Otro gran Santo dice: «Nuestro fuego, en comparación con el fuego del Purgatorio, es una brisa fresca».

"Nuestro fuego, en comparación con el fuego del Purgatorio, es una brisa fresca"

Otros santos escritores hablan en idénticos términos de ese horrible fuego.

¿CÓMO ES QUE LAS PENAS DEL PURGATORIO SON TAN SEVERAS?

1. El fuego que vemos en la Tierra fue hecho por la bondad de Dios para nuestra comodidad y nuestro bienestar. A veces es usado como tormento, y es lo más terrible que podemos imaginar.

2. El fuego del Purgatorio, por el contrario, está hecho por la Justicia de Dios para penar y purificarnos y es, por consiguiente, incomparablemente más severo.

3. Nuestro fuego, como máximo, arde hasta consumir nuestro cuerpo; hecho de materia, por el contrario el fuego del Purgatorio actúa sobre el alma espiritual, la cual es inexplicablemente mas sensible a la pena.

4. Cuanto más intenso es el fuego, más rápidamente destruye a su víctima; la cual por consiguiente cesa de sufrir; por cuanto el fuego del Purgatorio inflinge el más agudo y la más violenta pena, pero nunca mata al alma ni le quita sensibilidad.

5. Tan severo como es el fuego del Purgatorio, es la pena de la separación de Dios, la cual el alma también sufre en el Purgatorio, y ésta es la pena más severa. El alma separada del cuerpo anhela con toda la intensidad de su naturaleza espiritual estar con Dios. Es consumida de intenso deseo de volar hacia Él. Aún es retenida, y no hay palabras para describir la angustia de esa aspiración insatisfecha.

Qué locura, entonces, es para un ser inteligente como el ser humano negar cualquier precaución para evitar tal espantoso hecho.

No existen palabras para describir la terrible angustia que pasan las almas del Purgatorio

Es infantil decir que no puede ser así, que no lo podemos entender, que es mejor no pensar o no hablar de ello. El hecho es que, ya sea lo creamos o no, todas las penas del Purgatorio están más allá de lo que podamos imaginar o concebir. Estas son las palabras de San Agustín.

Capítulo Segundo:

Sobre el purgatorio ¿Puede todo esto ser verdad?

La existencia del Purgatorio es tan cierta que ningún católico ha tenido nunca una duda acerca de ello. Fue enseñado desde los tiempos más remotos por la Iglesia y fue aceptada con indubitable fe cuando la Palabra de Dios fue predicada. La doctrina es revelada en la Sagrada Escritura y creída por millones y millones de creyentes de todos los tiempos.

Aún, tal como lo hemos remarcado, las ideas de algunos son tan vagas y superficiales en este tema tan importante, que son como personas que cierran sus ojos y caminan deliberadamente en el filo de un precipicio.

Harían bien en recordar que la mejor manera de acortar nuestra estadía en el Purgatorio– o aún más, evitarlo- es tener una clara idea de ello, y de pensar bien en ello y adoptar los remedios que Dios nos ofrece para evitarlo.

No pensar en ello es fatal. Es cavarse a sí mismos la fosa, y prepararse para ellos mismos un terrorífico, largo y riguroso Purgatorio.

El Príncipe Polaco:

Hubo un príncipe polaco, que por una razón política, fue exiliado de su país natal, y llegado a Francia, compró un hermoso castillo allí.

Desafortunadamente, perdió la Fe de su infancia y estaba, a la sazón, ocupado en escribir un libro contra Dios y la existencia de la vida eterna.

Dando un paseo una noche en su jardín, se encontró con una mujer que lloraba amargamente. Le preguntó el por qué de su desconsuelo.

«¡Oh, príncipe -ella replicó-, soy la esposa de John Marie, su mayordomo, el cual falleció hace dos días. El fue un buen marido y un devoto sirviente de Su Alteza. Su enfermedad fue larga y gasté todos los ahorros en médicos, y ahora no tengo dinero para ir a ofrecer una Misa por su alma«.

El príncipe, tocado por el desconsuelo de esta mujer, le dijo algunas palabras, y aunque profesaba ya no creer más en la vida eterna, le dio algunas monedas de oro para tener la Misa por ella y su difunto esposo.

Un tiempo después, también de noche, el Príncipe estaba en su estudio trabajando febrilmente en su libro.

Escuchó un ruidoso tocar a la puerta, y sin levantar la vista de sus escritos, invitó a quien fuese a entrar. La puerta se abrió y un hombre entró y se paró frente al escritorio de Su Majestad.

Al levantar la vista, cuál no sería la sorpresa del Príncipe al ver a Jean Marie, su mayordomo muerto, que lo miraba con una dulce sonrisa.

Príncipe, le dijo, «vengo a agradecerle por las Misas que usted permitió que mi mujer pidiera por mi alma. Gracias a la Salvadora Sangre de Cristo, ofrecida por mí, Voy ahora al Cielo, pero Dios me ha permitido venir aquí y agradecerle por sus generosas limosnas«.

Luego el agregó solemnemente «Príncipe, hay un Dios, una vida futura, un Cielo y un Infierno». Dicho esto, desapareció.

El Príncipe cayó de rodillas y recitó un ferviente Credo.

SAN ANTONINO Y SU AMIGO

Aquí hay una narración de diferente clase, pero no menos instructiva.

San Antonino, el ilustre Arzobispo de Florencia, relata que un piadoso caballero había muerto, el cual tenía un amigo en un convento Dominicano en el cual el Santo residía. Varias Misas fueron sufragadas por su alma.

El Santo se afligió mucho cuando, después de un prolongado lapso, el alma del fallecido se le apareció, sufriendo muchísimo.

«Oh mi querido amigo -exclamó el Arzobispo- ¿estás todavía en el Purgatorio, tú, que llevaste tal piadosa y devota vida?»

«Así es, y tendré que permanecer aquí por un largo tiempo -replicó el pobre sufriente- pues en mi vida en la Tierra fui negligente en ofrecer sufragios por las almas de Purgatorio.  Ahora, Dios por su justo juicio aplica los sufragios que debían ser aplicados por mí, en favor de aquellos por los cuales debí haber rezado«.

«Pero Dios, también, en su justicia, me dará todos los méritos de mis buenas obras cuando entre al Cielo; pero, primero de todo, tengo que expiar mi grave negligencia de no acordarme de los otros«.

Tan ciertas son las palabras de Nuestro Señor «Con la vara con que mides serás medido».

Recuerda, tú que lees estas líneas, el terrible destino de ese piadoso caballero será el de aquellos que desechan orar y rehúsan ayudar a las Santas Almas.

"Con la vara con la que mides serás medido"

Todos los Santos de la historia de la Iglesia se han santificado con la Misa Tradicional (hoy llamada por los oficialistas “forma extraordinaria”), establecida por Jesucristo, y no con la nueva “misa” (hoy llamada por los oficialistas “forma ordinaria”) inventada por el obispo masón Bugnini y por cinco ministros protestantes y un rabino.

La "forma ordinaria" de la Misa que hoy encuentra habitualmente en su parroquia, NO es la Misa de siempre, sino un invento humano plagio de los herejes protestantes

Por eso, según los grandes santos y doctores de la Iglesia, son numerosísimas las utilidades y beneficios que, gana aquel que asiste a la Misa de siempre, la Misa Tradicional, y las que gana aquel sacerdote que la celebra.
Menos mal que el Papa Benedicto XVI ha indicado que jamás estuvo prohibida la Misa Tradicional; eso hará que algunos que se alejaron de la Iglesia vean que las “misas” a las que les llevaban de pequeños no son las misas a las que iban sus abuelos.

La Misa Tradicional o "forma EXTRA-ordinaria es la Misa con que se santificaron TODOS los santos de la historia

Estas utilidades, por supuesto, no las gana quien asiste a esa “misa” inventada tras el Concilio Vaticano II, ya que tal “misa” (hoy extendida por doquier y en lengua vulgar), no es a la que ellos asistían, sino que es una “misa” inventada por humanos y no la establecida por Dios, que es la de Jesucristo.

Mendo Crisóstomo

TESORO DE LAS GRANDES UTILIDADES

QUE SE GANA EN CELEBRAR Y OÍR MISA TRADICIONAL

Extraído de Misa Tridentina

1 – San Bernardo, hablando de las utilidades de la Misa, dice: Que más merece el que devotamente oye una Misa (en gracia de Dios), que si peregrinara la dilatada espaciosidad de todo el mundo, y que si diera a los pobres su hacienda: pero mucho más el que celebra.
2 – El mismo Santo dice: Que el que devotamente y en gracia oyere Misa merece tanto como si fuera  peregrinando. y visitara todos los Lugares Santos de Jerusalén, y caminara la demás Tierra Santa.

La Santa Misa Tridentina es el compendio de las maravillas que Dios ha hecho con los hombres

3 – San Buenaventura, con otros muchos Padres, dice: Que la santa Misa es el compendio de las maravillas que Dios ha hecho con los hombres.

4San Agustín dice: Que si alguno oyere devotamente la Misa, alcanzará grandes auxilios para no caer en pecado mortal, y se le perdonarán sus defectos y pecados veniales e imperfecciones.
5 – En otro lugar dice: Que todos aquellos pasos que uno da para oír Misa, son escritos y contados por su Ángel y por cada uno le dará el Altísimo Dios un grandísimo premio en esta vida mortal y perecedera.
6 – Refiere el mismo Santo: Que el oír devotamente Misa y ver el Santísimo Sacramento, ahuyenta al demonio del pecador.
7 – . Mas adelante refiere: Que al que oyere Misa entera no le faltará el sustento necesario y alimento para su cuerpo.
8 – El propio Santo dice: En aquel día que alguno viere en la Misa el Cuerpo y Sangre de Jesucristo, se le conservará la luz de la vida.

El Ángel de la Guarda toma nota de todos los pasos que uno da para asistir a Misa Tradicional

9 – En otro lugar continúa diciendo: Que mientras uno oye Misa no pierde el tiempo, sino que gana mucho, por muy dilatado que el sacerdote se esté en el sacrificio de la Misa.

10 – Mi gran Padre San Agustín, hablando con los que fueran muy devotos de las benditas almas del purgatorio, dice estas breves palabras: Quien por los difuntos oye Misa y ora, por sí propio trabaja: así el que ofrece por las almas lo que reza, por sí propio trabaja.
11San Anselmo dijo: Que más vale una Misa oída en vida, que mil dichas por la misma persona después de su muerte.
12 – El mismo Santo dice: Que una Misa sobrepuja y accede la virtud de todas las oraciones en cuanto a la remisión de la culpa y pena.

El que asiste a Misa Tradicional, en ese día se librará de muy grandes peligros y numerosos males

13 – En otro lugar dice: Que oír devotamente una Misa en vida o dar alguna limosna para que se celebre, aprovecha más que dejar para celebrarlas después de su muerte.
14 – San Gregorio dijo: Que el que devotamente oyere Misa, en aquel día se librará de muy grandes peligros y muchos males.
15 – En otro lugar dice: Porque ningún sacrificio hay en todo el mundo por el cual las almas de los difuntos con mayor presteza salgan y se libren de las penas del purgatorio, que por la sacratísima oblación y santo sacrificio de la Misa, como sienten los teólogos.

La Misa Tridentina es "el mayor bien que se puede ofrecer por las almas para librarlas y sacarlas del purgatorio"

16 – El mismo santo dice: Que la pena de los vivos y de los difuntos se suspende mientras se celebra la Misa y principalmente en las almas de aquellos por quienes con especialidad el sacerdote ruega, ora y dice la Misa.

17 – Continúa el mismo Santo diciendo: Que por las Misas oídas y dichas con devoción, los pecadores se convierten a Dios, las almas se libran de las penas que por sus pecados merecían en el purgatorio. y los justos se conservan en el camino rectísimo de la justificación.
18 – Por último, dice el mismo San Gregorio: Que por las Misas que en la Iglesia se celebran, se convierten los infieles a la fe de Cristo, las almas de las penas del purgatorio vuelan al cielo y los Justos se afirman en la gracia de Dios.
19 – San Jerónimo dice: Que las almas que están en la penas del purgatorio, por las cuales el sacerdote ora y ruega en la Misa, no padecen ningún tormento mientras que el santo sacrificio de la Misa se celebra y dice por ellas.
20 – El mismo Santo dijo: Que por cualquier Misa con devoción celebrada y oída salen muchísimas almas de las penas del purgatorio, y a las otras  que quedan en él se les disminuyen las muchas penas que allí padecen.

Salvo la Misa Tridentina, ningún otro sacrificio posee poder por el que "las almas de los difuntos con mayor presteza salgan y se libren de las penas del Purgatorio"

21San Alberto el Magno dice: Que el santo sacrificio de la Misa está tan lleno de misterios como el mar  está lleno de gotas, como el sol de átomos, el firmamento de estrellas y como el cielo empíreo de muchísimos Ángeles.

22 – En otro lugar (Serm. 145) dice: Que el que en la  Misa contemplare la Pasión y muerte de Jesús, merecerá más que si anduviese peregrinando a pie descalzo a los Lugares Santos de Jerusalén, y ayunara a pan y agua un año, y se azotara hasta derramar sangre de sus venas. y rezara trescientas veces el Salterio.
23San Cipriano dice: Que el santo sacrificio de la Misa es medicina para sanar las enfermedades, y holocausto para purgar las culpas.
24 – San Juan Crisóstomo dice: Que la celebración de la Misa en cierta manera, vale tanto cuanto vale la muerte de Cristo en la cruz.

La Santa Misa Tradicional vale tanto como el Sacrificio de Cristo en la Cruz

25 Inocencio Papa dice: Que por la virtud del sacramento de la Misa todas las virtudes se aumentan y se acrecienta la gracia.

26 Juan Bautista Mantuano dijo: Aunque Dios me diera cien lenguas, y con ellas una voz de acero que nunca se me gastara, no sería posible declarar y manifestar las utilidades, gracias, privilegios y grandes provechos que se ganan con asistir y oír Misa en gracia.
27 – San Bernardino de Sena dice: Que la Misa es el mayor bien que se puede ofrecer por las almas para librarlas y sacarlas del purgatorio y llevarlas a gozar de su santísima gloria.

La Misa Tradicional está tan llena de misterios como el mar está lleno de gotas o el firmamento de estrellas

28 – San Lorenzo Justiniano dice: Más agrada al Altísimo Dios el sacrificio de la Misa, que los méritos de todos los Ángeles.
29 – El Venerable Beda dice: Que si una mujer encinta oyere Misa, podrá esperar grandes auxilios en los dolores de su parto.
30 – Eugenio Papa dice: Que más aprovecha para la remisión de la culpa y pena oír una Misa, que todas las oraciones de todo el mundo.
31 – El Concilio de Trento: Que por el santo sacrificio de la Misa se aplaca a Dios, y concede la gracia y don de la penitencia.

Es imposible manifestar con palabras las grandes utilidades, gracias, privilegios y grandes provechos que se ganan con la Misa Tradicional

32 – El santo sacrificio de la Misa, dice San Francisco de Sales, es el corazón de la devoción, el alma de la piedad y el centro de la Religión.
33 – Concluyendo, dice el Doctor Angélico Santo Tomás de Aquino: Que los efectos que causa el santo sacrificio de la Misa y el oírla, son los siguientes:

Resiste a los malos pensamientos.

Destruye los pecados.

Mitiga el aguijón de la carne.

Da fuerzas al alma para batallar contra los enemigos.

Perdona los pecados veniales.

Purifica, limpia y purga el corazón.

Alienta a obrar bien.

Aumenta la castidad.

Acrecienta el fervor de la caridad.

Da fuerzas para sufrir las cosas adversas y llena el alma de todas las virtudes.

Y, en fin, por decirlo de una vez, cuantos frutos, gracias, privilegios y dones recibimos de la mano del Altísimo Dios, todos son por la sagrada muerte y Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, la cual se representa en el Sacrificio de la Misa.