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SAN MIGUEL ARCÁNGEL, DEFENSOR DE LOS MORIBUNDOS Y PSICOPOMPO (Primera Parte)

por Mendo Crisóstomo

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San Miguel Arcángel, gloriosísimo príncipe de los ejércitos celestiales, protector de las parturientas, de los niños que han de nacer y de los recién nacidos

San Miguel Arcángel, gloriosísimo príncipe de los ejércitos celestiales, tiene como tarea rescatar a las almas de los fieles del poder y tentaciones del Antiguo Enemigo.

Por eso es el protector de las parturientas, de los niños que han de nacer y de los recién nacidos. Pero especialmente a la hora de la muerte, ya que ese estado de espera hasta reunirse con Dios es el más aprovechado por Satanás para buscar los resquicios por los que pervertir el alma y así poder llevársela para siempre.

El soberbio y arrogante Satanás tiembla sólo con escuchar su nombre, pues le recuerda el grito de «Quis ut Deus?» con que el humilde San Miguel le respondió cuando se rebeló contra Dios bajo el grito de «Non Serviam!» (¡No te serviré!).

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Unidos al grito de «Quis ut Deus?» siguieron a San Miguel Arcángel y, capitaneados por éste, derrotaron a Satanás y a sus ángeles

La mayor parte de los ángeles, unidos al grito de «Quis ut Deus?» (¿Quién como Dios?) siguieron a San Miguel Arcángel y, capitaneados por éste, derrotaron a Satanás y a los ángeles que le habían seguido en su pérfida rebelión.

La muerte es una clara (y tangible) constatación de las consecuencias del pecado original en nuestra naturaleza. Desde momentos antes de producirse, los demonios ya preparan sus tentaciones para actuar en la última oportunidad que van a tener de llevarse consigo al moribundo: hacerle morir en la impenitencia final.

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en el instante mismo de la muerte, se presentan —ya visiblemente— los demonios

Sin embargo, aparte de que Dios nunca permite que seamos tentados por encima de nuestras propias fuerzas, en esos terribles y angustiosos momentos de la muerte también acudirá el Arcángel San Miguel a la cabeza de otros ángeles, con el objetivo de conseguir que el moribundo muera con la perseverancia final de la fidelidad a Cristo. O bien, si vivió infiel a Cristo, se presentarán allí con el objetivo de que alcance el arrepentimiento y perdón de sus pecados antes de que sea demasiado tarde.

subir imagenDespués, en el instante mismo de su muerte, tiene lugar el Juicio Particular; se le presentan —ya visiblemente— los demonios, encabezados por su príncipe, el Antiguo Enemigo del género humano, frente a San Miguel Arcángel, que tendrá como tarea defenderle en ese juicio y, si sale absuelto, conducirlo protegido hasta el Cielo (directamente o llevándole primero al Purgatorio).

Dentro de la Escatología (definida fundamentalmente en 1274 en el Concilio II de Lyon, en la constitución Benedictus Deus de 1336, promulgada por Benedicto XII y en 1439 en el Concilio de Florencia), se distinguen la Escatología Intermedia y la Escatología Final.

subir imagenEl Juicio Particular, producido instantáneamente tras la muerte, se contiene en la Escatología Intermedia. El alma, al separarse del cuerpo, recibe la salvación eterna (bien sea inmediata o bien tras la conveniente purificación en el Purgatorio), o la condenación eterna.

La Escatología Intermedia es la fase personal dentro de la lucha cósmica que se produce, por un lado, entre Satanás (que ampara la Ciudad del hombre mundano) y San Miguel, que combate con las fuerzas de Dios (y que ampara la Ciudad de Dios). En este caso, entablan una lucha por el alma del moribundo.

Cada día, antes de oficiar el Santo Sacrificio de la Misa, San Anselmo rezaba la siguiente oración:

«San Miguel Arcángel de Dios, custodio del Cielo, venid en mi ayuda en el momento de mi muerte; sed mi defensa contra el Espíritu Maligno y conducid mi alma a la gloria del Paraíso.»

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San Anselmo

San Anselmo, Doctor de la Iglesia, cuenta una interesante anécdota a este respecto: había un piadoso religioso, cuyo bautismo había sido tardío, a quien, en sus últimos momentos, le asaltó el Diablo, apareciéndose para acusarle de todos los pecados que había cometido antes de ser bautizado. En aquellos momentos, se presentó allí San Miguel. Respondió a las acusaciones alegando que todos esos pecados habían sido borrados en culpa y en consecuencias con el Bautismo.

Entonces Satanás le acusa de los pecados cometidos después del Bautismo. San Miguel declaró entonces que tales pecados le habían sido perdonados en la confesión general hecha antes de profesar a la vida religiosa. Incansable, Satanás le acusó de sus negligencias y faltas durante su vida religiosa, pero San Miguel refutó las acusaciones dando testimonio sus confesiones y buenas obras durante su vida religiosa, recordándole que lo que le quedaba por expiar lo había hecho a través del sufrimiento de su enfermedad, vivido con resignación y paz.

San Miguel Arcángel, en efecto, fue siempre reconocido como el gloriosísimo Príncipe de los Ejércitos Celestiales, como protector de los ejércitos cristianos contra los enemigos de la Iglesia y como defensor de los cristianos contra los poderes diabólicos, trabajando por conseguir una buena muerte para cada uno de aquéllos.

Protector de los moribundos, los defiende de las asechanzas del Diablo y los recibe inmediatamente y conduce hasta el Cielo si se lo han ganado y si han salido absueltos del juicio particular.

El Papa San Gregorio Magno, Padre y Doctor de la Iglesia, nos enseña (Homilías sobre los Evangelios 9, 8-9):

«Nosotros debemos procurar y pensar con grandes lamentos cuán rabioso y terrible nos asaltará en el día de nuestra muerte el príncipe de este mundo, nos asaltará reclamando sus obras en nosotros, pues que acudió a Dios que moría en la carne, y hasta buscó algo en él (Is. 14,30), en quien nada suyo pudo hallar…

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San Gregorio Magno

¿Qué diremos al enemigo que reclama y que halla en nosotros muchas cosas suyas sino solamente que tenemos un refugio seguro y una firme esperanza, porque nos hemos hecho una misma cosa con Aquél en quien el príncipe de este mundo también reclamó algo suyo, pero nada pudo hallar, porque sólo Él está libre entre los muertos (Ps. 87,5), y que ya hemos sido librados del pecado con una verdadera libertad, porque estamos unidos a Aquél que es verdaderamente libre?»

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San Jerónimo

Otro Santo Doctor y Padre de la Iglesia, San Jerónimo, autor de la Vulgata, decía que San Miguel asiste a las almas desde su aparición sobre la tierra, pero sobre todo en el terrible trance de la muerte.

Orígenes, San Juan Crisóstomo, San Eusebio y otros Padres de la Iglesia nos enseñan también cómo se presenta el Diablo con otros demonios en el momento de la muerte de cada uno y cómo San Miguel acude para cumplir con la psicostasis (pesar las almas) y para efectuar su trabajo de psicopompo.

subir imagenSan Miguel se encarga, pues, de efectuar la psicostasis. Por ello, a lo largo de los siglos, se le ha representado con una balanza, en la que pesa las buenas acciones de cada alma, e interviene Satanás para influir negativamente en este pesaje y lograr que pesen más las malas acciones.

Pero también es psicopompo, porque se encarga de conducir las almas de los difuntos y proteger de los demonios a los moribundos, ayudándoles a obtener una buena muerte y librándolos de los demonios que acechan.

Esta actuación de San Miguel Arcángel aparece testificada ya en la Epigrafía conservada del Cristianismo Primitivo (vid. R. Infante, «Michelle nella Letteratura apocrifa del Giudaismo del Secondo Tempio», Vetera Christianorum 34, 1997, 211-229.) e incluso en una obra tan importante para los orígenes del Cristianismo como el Pastor de Hermas (I, 3).

subir imagenEn el monte Gárgano, al sur de la península Itálica, desde el siglo V está presente el culto a «San Miguel Arcángel, taumaturgo, psicopompo, psicagogo», y allí cuenta con un importante santuario, quizá el más importante de cuantos se le han dedicado en la Cristiandad.

A lo largo de la Edad Media, a San Miguel Arcángel se le consagrarán numerosas capillas en los cementerios (vid. E. Mâle, L’art religieux du XII siècle en France, Paris, 1924). En el Museo de Arte Catalán de Barcelona, se conserva una representación románica del siglo XIII en la que se aprecia a los Arcángeles San Miguel y San Gabriel transportando un alma al Cielo.

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San Miguel Arcángel conduce a las almas salvadas hasta el Cielo, donde les presenta a Dios

Cuando el difunto ha alcanzado su salvación, si no tenía que pasar por el Purgatorio,  San Miguel Arcángel en persona lo llevará hasta el Cielo, donde, tras ser recibido por los mártires, por los santos de su devoción y por los seres queridos que se han salvado, San Miguel Arcángel le presentará a Dios.

Todos los Santos de la historia de la Iglesia se han santificado con la Misa Tradicional (hoy llamada por los oficialistas “forma extraordinaria”), establecida por Jesucristo, y no con la nueva “misa” (hoy llamada por los oficialistas “forma ordinaria”) inventada por el obispo masón Bugnini y por cinco ministros protestantes y un rabino.

La "forma ordinaria" de la Misa que hoy encuentra habitualmente en su parroquia, NO es la Misa de siempre, sino un invento humano plagio de los herejes protestantes

Por eso, según los grandes santos y doctores de la Iglesia, son numerosísimas las utilidades y beneficios que, gana aquel que asiste a la Misa de siempre, la Misa Tradicional, y las que gana aquel sacerdote que la celebra.
Menos mal que el Papa Benedicto XVI ha indicado que jamás estuvo prohibida la Misa Tradicional; eso hará que algunos que se alejaron de la Iglesia vean que las “misas” a las que les llevaban de pequeños no son las misas a las que iban sus abuelos.

La Misa Tradicional o "forma EXTRA-ordinaria es la Misa con que se santificaron TODOS los santos de la historia

Estas utilidades, por supuesto, no las gana quien asiste a esa “misa” inventada tras el Concilio Vaticano II, ya que tal “misa” (hoy extendida por doquier y en lengua vulgar), no es a la que ellos asistían, sino que es una “misa” inventada por humanos y no la establecida por Dios, que es la de Jesucristo.

Mendo Crisóstomo

TESORO DE LAS GRANDES UTILIDADES

QUE SE GANA EN CELEBRAR Y OÍR MISA TRADICIONAL

Extraído de Misa Tridentina

1 – San Bernardo, hablando de las utilidades de la Misa, dice: Que más merece el que devotamente oye una Misa (en gracia de Dios), que si peregrinara la dilatada espaciosidad de todo el mundo, y que si diera a los pobres su hacienda: pero mucho más el que celebra.
2 – El mismo Santo dice: Que el que devotamente y en gracia oyere Misa merece tanto como si fuera  peregrinando. y visitara todos los Lugares Santos de Jerusalén, y caminara la demás Tierra Santa.

La Santa Misa Tridentina es el compendio de las maravillas que Dios ha hecho con los hombres

3 – San Buenaventura, con otros muchos Padres, dice: Que la santa Misa es el compendio de las maravillas que Dios ha hecho con los hombres.

4San Agustín dice: Que si alguno oyere devotamente la Misa, alcanzará grandes auxilios para no caer en pecado mortal, y se le perdonarán sus defectos y pecados veniales e imperfecciones.
5 – En otro lugar dice: Que todos aquellos pasos que uno da para oír Misa, son escritos y contados por su Ángel y por cada uno le dará el Altísimo Dios un grandísimo premio en esta vida mortal y perecedera.
6 – Refiere el mismo Santo: Que el oír devotamente Misa y ver el Santísimo Sacramento, ahuyenta al demonio del pecador.
7 – . Mas adelante refiere: Que al que oyere Misa entera no le faltará el sustento necesario y alimento para su cuerpo.
8 – El propio Santo dice: En aquel día que alguno viere en la Misa el Cuerpo y Sangre de Jesucristo, se le conservará la luz de la vida.

El Ángel de la Guarda toma nota de todos los pasos que uno da para asistir a Misa Tradicional

9 – En otro lugar continúa diciendo: Que mientras uno oye Misa no pierde el tiempo, sino que gana mucho, por muy dilatado que el sacerdote se esté en el sacrificio de la Misa.

10 – Mi gran Padre San Agustín, hablando con los que fueran muy devotos de las benditas almas del purgatorio, dice estas breves palabras: Quien por los difuntos oye Misa y ora, por sí propio trabaja: así el que ofrece por las almas lo que reza, por sí propio trabaja.
11San Anselmo dijo: Que más vale una Misa oída en vida, que mil dichas por la misma persona después de su muerte.
12 – El mismo Santo dice: Que una Misa sobrepuja y accede la virtud de todas las oraciones en cuanto a la remisión de la culpa y pena.

El que asiste a Misa Tradicional, en ese día se librará de muy grandes peligros y numerosos males

13 – En otro lugar dice: Que oír devotamente una Misa en vida o dar alguna limosna para que se celebre, aprovecha más que dejar para celebrarlas después de su muerte.
14 – San Gregorio dijo: Que el que devotamente oyere Misa, en aquel día se librará de muy grandes peligros y muchos males.
15 – En otro lugar dice: Porque ningún sacrificio hay en todo el mundo por el cual las almas de los difuntos con mayor presteza salgan y se libren de las penas del purgatorio, que por la sacratísima oblación y santo sacrificio de la Misa, como sienten los teólogos.

La Misa Tridentina es "el mayor bien que se puede ofrecer por las almas para librarlas y sacarlas del purgatorio"

16 – El mismo santo dice: Que la pena de los vivos y de los difuntos se suspende mientras se celebra la Misa y principalmente en las almas de aquellos por quienes con especialidad el sacerdote ruega, ora y dice la Misa.

17 – Continúa el mismo Santo diciendo: Que por las Misas oídas y dichas con devoción, los pecadores se convierten a Dios, las almas se libran de las penas que por sus pecados merecían en el purgatorio. y los justos se conservan en el camino rectísimo de la justificación.
18 – Por último, dice el mismo San Gregorio: Que por las Misas que en la Iglesia se celebran, se convierten los infieles a la fe de Cristo, las almas de las penas del purgatorio vuelan al cielo y los Justos se afirman en la gracia de Dios.
19 – San Jerónimo dice: Que las almas que están en la penas del purgatorio, por las cuales el sacerdote ora y ruega en la Misa, no padecen ningún tormento mientras que el santo sacrificio de la Misa se celebra y dice por ellas.
20 – El mismo Santo dijo: Que por cualquier Misa con devoción celebrada y oída salen muchísimas almas de las penas del purgatorio, y a las otras  que quedan en él se les disminuyen las muchas penas que allí padecen.

Salvo la Misa Tridentina, ningún otro sacrificio posee poder por el que "las almas de los difuntos con mayor presteza salgan y se libren de las penas del Purgatorio"

21San Alberto el Magno dice: Que el santo sacrificio de la Misa está tan lleno de misterios como el mar  está lleno de gotas, como el sol de átomos, el firmamento de estrellas y como el cielo empíreo de muchísimos Ángeles.

22 – En otro lugar (Serm. 145) dice: Que el que en la  Misa contemplare la Pasión y muerte de Jesús, merecerá más que si anduviese peregrinando a pie descalzo a los Lugares Santos de Jerusalén, y ayunara a pan y agua un año, y se azotara hasta derramar sangre de sus venas. y rezara trescientas veces el Salterio.
23San Cipriano dice: Que el santo sacrificio de la Misa es medicina para sanar las enfermedades, y holocausto para purgar las culpas.
24 – San Juan Crisóstomo dice: Que la celebración de la Misa en cierta manera, vale tanto cuanto vale la muerte de Cristo en la cruz.

La Santa Misa Tradicional vale tanto como el Sacrificio de Cristo en la Cruz

25 Inocencio Papa dice: Que por la virtud del sacramento de la Misa todas las virtudes se aumentan y se acrecienta la gracia.

26 Juan Bautista Mantuano dijo: Aunque Dios me diera cien lenguas, y con ellas una voz de acero que nunca se me gastara, no sería posible declarar y manifestar las utilidades, gracias, privilegios y grandes provechos que se ganan con asistir y oír Misa en gracia.
27 – San Bernardino de Sena dice: Que la Misa es el mayor bien que se puede ofrecer por las almas para librarlas y sacarlas del purgatorio y llevarlas a gozar de su santísima gloria.

La Misa Tradicional está tan llena de misterios como el mar está lleno de gotas o el firmamento de estrellas

28 – San Lorenzo Justiniano dice: Más agrada al Altísimo Dios el sacrificio de la Misa, que los méritos de todos los Ángeles.
29 – El Venerable Beda dice: Que si una mujer encinta oyere Misa, podrá esperar grandes auxilios en los dolores de su parto.
30 – Eugenio Papa dice: Que más aprovecha para la remisión de la culpa y pena oír una Misa, que todas las oraciones de todo el mundo.
31 – El Concilio de Trento: Que por el santo sacrificio de la Misa se aplaca a Dios, y concede la gracia y don de la penitencia.

Es imposible manifestar con palabras las grandes utilidades, gracias, privilegios y grandes provechos que se ganan con la Misa Tradicional

32 – El santo sacrificio de la Misa, dice San Francisco de Sales, es el corazón de la devoción, el alma de la piedad y el centro de la Religión.
33 – Concluyendo, dice el Doctor Angélico Santo Tomás de Aquino: Que los efectos que causa el santo sacrificio de la Misa y el oírla, son los siguientes:

Resiste a los malos pensamientos.

Destruye los pecados.

Mitiga el aguijón de la carne.

Da fuerzas al alma para batallar contra los enemigos.

Perdona los pecados veniales.

Purifica, limpia y purga el corazón.

Alienta a obrar bien.

Aumenta la castidad.

Acrecienta el fervor de la caridad.

Da fuerzas para sufrir las cosas adversas y llena el alma de todas las virtudes.

Y, en fin, por decirlo de una vez, cuantos frutos, gracias, privilegios y dones recibimos de la mano del Altísimo Dios, todos son por la sagrada muerte y Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, la cual se representa en el Sacrificio de la Misa.

En esta ocasión reproducimos un artículo del estudioso Luis Fernando Pérez, insigne estudioso que hace gala de una gran honradez intelectual.

En la Edad Media, tanto varones como mujeres tenían acceso a la Educación, que era libre y gratuita

En la Edad Media, tanto varones como mujeres tenían acceso a la Educación, que era libre y gratuita

Efectivamente, tal honradez la demostró eficazmente al convertirse a la Religión Verdadera a base de buscar la Verdad, después de haber estado sumergido en las herejías protestantes y en las nefastas doctrinas ocultistas y New Age.

Tras extraerlo de http://www.apologetica.org, le hemos añadido nosotros algunas ilustraciones, subrayados, hipervínculos y notas que faciliten su lectura y comprensión.

Como indica el artículo, no sólo la Edad Media no fue una época de analfabetismo, oscurantismo e ignorancia, sino todo lo contrario; incluso, socialmente hablando, el artículo nos muestra cómo en el Régimen de Cristiandad los niños (hombres o mujeres) se educaban gratuitamente y podían ascender sin problemas en la escala social (en caso de tener cualidades) independientemente de su estamento, contrariamente a lo difundido por el Liberalismo, que se basa en el mamoneo.

Asimismo, el lector comprobará la falsedad del mito inventado por los herejes protestantes de que en la Edad Media hubiese un desconocimiento de la Sagrada Escritura.

En resumidas cuentas, un excelente artículo que desmonta unas cuantas calumnias que se han extendido contra la instrucción y educación de la gente en la Edad Media.

Mendo Crisóstomo

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Algunos mitos protestantes

Sobre la supuesta «ignorancia bíblica» de los tiempos medievales

por Luis Fernando Pérez

La obra Sección I del Griego del Nuevo Testamento, que facilita en sus cursos de lenguas bíblicas la entidad protestante s.e.u.t. (Seminario Evangélico Unido de Teología, ligado a la Iglesia Evangélica Española y a la Iglesia Española Reformada Episcopal), no se centra en la lengua griega, como sería de esperar, sino que incursiona en el terreno de la exégesis y de la historia al exponer algunos de los principios «exegéticos» de la pseudo-reforma protestante, así como al enseñar sin rubor los mitos de la historiografía «reformada». Vamos a ver cómo esta obra maestra de manipulación ideológica carece de base científica y bíblica.

Mito primero


Se trata de la supuesta ignorancia de los pueblos de Europa en materia bíblica antes de la pseudo-reforma protestante, tal y como se afirma en la lección 34 de la Sección I (pág. 5.8), donde se dice a propósito de la Edad Media, la «Edad de las tinieblas», que dicha ignorancia se debía a estar escrita la Biblia «sólo en idiomas antiguos, como el latín y el griego. La Biblia estaba sólo disponible, mayormente, en latín, y el hombre corriente de entonces no estaba más versado en latín que el operario de una fábrica de Ford en la actualidad»; y «un poco antes de la Reforma, algunos comenzaron a traducir la Biblia a lenguas europeas (…) a pesar de la terrible oposición y persecución».
Parece imposible mayor número de falsedades en tan pocas líneas.

Vamos por partes:

1) La Edad Media comienza en el siglo V d.C., a contar desde el año de la caída de Roma. En dicha época la mitad occidental del antiguo imperio romano, dominada por los bárbaros, hablaba latín y disponía de una excelente versión de la Biblia: la Vulgata de San Jerónimo; la mitad oriental del imperio, que sobrevivió hasta que los turcos conquistaron Constantinopla en el siglo XV, hablaba griego y podía leer en esa lengua tanto en Nuevo Testamento como el Viejo (este último en varias versiones, como la de los LXX); de suerte que en la Edad Media el pueblo tenía un conocimiento amplísimo de las Escrituras.
2) La Biblia se traducía a las lenguas vernáculas muchos siglos antes de la pseudo-reforma de Lutero, Calvino y compañía, pues:
a) Los santos católicos Cirilio y Metodio tradujeron la Biblia al

Los santos Cirilo y Metodio tradujeron la Biblia a una lengua bulgar en plena Edad Media. Su caso no fue una excepción.

Los santos Cirilo y Metodio tradujeron la Biblia a una lengua vulgar (búlgaro) en plena Edad Media. Su caso no fue una excepción.

búlgaro antiguo en el siglo IX, ¡en plena Edad Media, la «Edad de las tinieblas»! (cf. Lengua y Literatura Latinas I, autores varios, UNED, Madrid, 1986, pág. 32, e Iniciación a la fonética, fonología y morfología latinas, José Molina Yébenes, Publicacions Universitat de Barcelona: Barcelona 1993, pág. 4); así, los búlgaros podían leer la Biblia en su lengua.

b) El obispo Ulfilas (arriano, no católico), evangelizador de los godos de Dacia y Tracia, tradujo la Biblia al gótico pocos años antes de que San Jerónimo acabara la Vulgata, de suerte que cuando llegaron las «tinieblas» medievales ¡los godos podían leer la Biblia en su lengua materna! (cf. José Molina Yévenes, op. cit., pág. 5; Esteban Torre, Teoría de la traducción literaria, Ed. Síntesis, 1994, pág. 24, y UNED, op. cit., pág. 32).

c) El monje católico Beda el Venerable tradujo al anglosajón o inglés antiguo el Evangelio de San Juan poco antes de su muerte, acaecida en el año 735, o sea: ¡en plena Edad Media, «la Edad de las tinieblas»! (cf. Esteban Torre, op. cit., pág. 24).

d) El gran historiador Giuseppe Ricciotti, autor de obras meritísimas como Vida de Jesucristo (Ed. Luis Miracle, Barcelona 1978) e Historia de Israel (Ed. Luis Miracle, Barcelona 1949), nos informa en su introducción a la Sagrada Biblia de que, en Italia, «la Biblia en lengua vulgar era popularísima en los siglos XV y XVI», y de que «desde el siglo XIII se poseen» traducciones italianas de la Biblia, aunque «se trata de traducciones parciales», es decir, aunque se trata de traducciones de los libros sagrados más memorables y accesibles, pues a nadie, excepción hecha de unos cuantos eruditos, le interesaba, p. ej., el elenco interminable y fastidiosísimo de las genealogías del libro de los Números (tomado de sì sì no no, n. 70, abril 1998, pág. 7).

e) La obra Historia de la Literatura I (Antigua y Medieval) (autores varios, UNED, Madrid, 1991, pág. 103) nos informa de lo siguiente tocante a las versiones castellanas de la Biblia:

El propio heresiarca criptojudío Juan Calvino tuvo que recordarle a Lutero que éste no había sido el primero en traducir las Escrituras al alemán

Incluso el propio heresiarca criptojudío Juan Calvino tuvo que recordarle al heresiarca Lutero que éste no había sido el primero en traducir las Escrituras al alemán

«hallamos en el siglo XIII otro grupo de obras formado por las traducciones de la Biblia que se realizaron en este periodo. Ya en la primera mitad del siglo nos encontramos con el primer texto conservado que se incluye en este grupo: la Fazienda de Ultramar.
Pese a que algunos han querido retrasar su redacción hasta mediados del siglo XII, no parece, por su lengua, que fuere escrita en fecha tan temprana. No es una simple versión de la Biblia. Contiene, junto a la propia traducción (realizada, al parecer, no directamente de la Vulgata sino de una traducción latina del siglo XII efectuada sobre los textos hebreos), otra serie de materiales: descripciones geográficas, relatos tomados de la antigüedad clásica… Parece que pretende ser una especie de guía para los peregrinos que viajaban a Tierra Santa. Mediante estas traducciones de la Biblia se consiguió que personas que sabían leer en su propia lengua pudiesen recibir más directamente las enseñanzas religiosas. Las versiones eran también aprovechadas para lectura en voz alta realizada en grupos reducidos. La Iglesia española de la época no era muy partidaria de las Biblias romances, y de hecho en el Concilio de Tarragona de 1233 llegó a prohibir su lectura.
Pese a ello la traducción de las Escrituras no fue abandonada, se desarrolló ampliamente a lo largo del siglo XIII y las Biblias romanceadas fueron leídas incluso por los reyes de la época».

Está claro: mucho antes de Calvino y Lutero, el pueblo castellano leía la Biblia en su lengua. La enorme extensión de las traducciones castellanas muestran que el derecho prohibitivo del Concilio Tarraconense o no se aplicó o enseguida cayó en desuso. Dicha decisión conciliar tenía su explicación:
antes de autorizar la lectura de una versión había que mirar si acaso estaba bien hecha, sin falseamientos del texto sagrado. La escasa calidad literaria de las versiones junto con el aditamento de otros materiales no era de lo más a propósito para alejar toda sospecha; pero no se persiguió a nadie por traducir la Biblia al castellano, lo cual es muy significativo.

f) «La Edad Media presenció el florecimiento en Francia de un gran número de traducciones de la Sagrada Escritura a todas las lenguas y dialectos de Oc y de Oil [para todas las antiguas versiones francesas nos remitimos a: P. C. Chauvin, La Bible depuis ses origines jusqu’à nos jours]. Se poseen algunas que se remontan al siglo XII e incluso a finales del XI. En el siglo XIII, la Universidad de París presentó una traducción de ambos Testamentos que hizo ley durante mucho tiempo. Con todo, aparecieron otras versiones francesas, particularmente en el siglo XIV.

El territorio sobre el que actualmente se asienta el Estado Francés, presenció durante toda la Edad Media un gran número de traducciones de la Sagrada Escritura a todas las lenguas y dialectos

El territorio sobre el que actualmente se asienta el Estado Francés, presenció durante toda la Edad Media un gran número de traducciones de la Sagrada Escritura a todas las lenguas y dialectos

Una de ellas, la de Guyart Desmoulins, de finales del siglo XIII pero actualizada tocante al estilo, se imprimió desde 1478 en cuanto al Nuevo Testamento, y en su totalidad en 1487″ (Daniel Raffard de Brienne, Traductor, Traditor. Les nouvelles traductions de l’Écriture Sainte, en la revista Lecture et Tradition, julio-agosto de 1986).

Lutero se jactaba de haber sido el primero en traducir la Biblia al alemán, pero ya el heresiarca Calvino le recordó que dicho honor no le pertenecía; en efecto, sabemos que el fraile editó en 1522 el Nuevo Testamento, y en 1532 lo restante, y que «se ha dicho de esta versión, con gran falta de verdad histórica, que era la primera versión alemana en lengua vernácula, cuando para entonces sólo en Alemania había catorce versiones en lengua erudita y cinco en lengua corriente. Además había muchas versiones parciales, como del Nuevo Testamento, de los Salmos… (cf. Janssen: Geschichte des deutschen Volkes seit dem Ausgang des Mittelalters, 8 vv., Friburgo, 1883-1893, tomo I, pág. 51)» (Francisco J. Montalbán, S.I., Los Orígenes de la Reforma Protestante, Razón y Fe, Madrid 1942, pág. 129).

g) El gran historiador Ricardo García-Villoslada nos informa también de las versiones germánicas de la Biblia antes de Lutero:

«Muchos opinan que la obra principal de Martín Lutero en su vida fue la traducción de la Sagrada Escritura al idioma de su pueblo. No cabe duda que la versión vernácula de la Biblia y la divulgación de la misma, ofreciéndola como única norma de fe, jugó un papel importantísimo en la fundación y establecimiento de la Iglesia luterana. Exagerando sus méritos, por otra parte innegables, solía repetir que en la Iglesia, antes de él, nadie conocía ni leía la Biblia (Tischr. 3795 III 690; ibid., 6044 V 457 y otros muchos lugares). Hoy el lector se ríe de tan injustas aseveraciones, dictadas por la pasión. Recuérdese lo que dijimos de la lectura de la Biblia cuando Fr. Martín era novicio en Erfurt. Francisco Falk ha contado no menos de 156 ediciones desde la invención de la imprenta hasta 1520 (F. Falk, Die Bibel am Ausgange des Mittelalters [Maguncia 1905] 24). Sebastián Brant comienza su conocido poema Nave de los locos (1494) con estos versos:
`Todos los países están hoy llenos de Sagrada Escritura -y de cuanto atañe a la salud de las almas-, de la Biblia’, etc. Traducciones alemanas de toda la Sagrada Escritura existían no pocas antes de Lutero, por lo menos catorce en alto alemán y cuatro en bajo alemán, sin contar las versiones parciales, salterios, evangeliarios, etc. En el siglo XIV se hizo en Baviera una traducción total, que el impresor alsaciano Juan Mentelin hizo estampar

Juan Mentelin imprimió una de las numerosas versiones de la Biblia en alemán. Mucho antes de la aparición de Lutero y sus herejes seguidores

Juan Mentelin imprimió una de las numerosas versiones de la Biblia en alemán. Mucho antes de la de Lutero y sus herejes seguidores

en Estrasburgo en 1466, y que con algunas modificaciones fue reimpresa trece veces antes de que apareciese la de Lutero, llegando a ser como una Vulgata alemana, según Grisar. (Puede consultarse la gran edición de W. Kurrelmeyer, Die erste deutsche Bibel [Tubinga 1903-15], 10 tomos con el texto primigenio y las correcciones de las 13 ediciones posteriores. Véase también W. Kurrelmeyer, The Genealogy of the Prelutheran Bibles, en The Journal of Germanic Philology, 3,2 [1900] 238-47; W. Walter, Die Deutsche Bibel: übersetzung des Mittelalters, Braunschweig 1889-92)» (García-Villoslada, Martín Lutero, BAC, Madrid 1976, t. II, pág. 399).
h) También se puede mencionar la traducción de la Biblia, en la Edad Media, a otras lenguas indoeuropeas, como el armenio (cf. UNED, op. cit., pág. 30 y Molina Yébenes, op. cit., pág. 4), hecha en el siglo V, ¡el siglo en que comienza la «Edad de las tinieblas»!

Durante la Edad Media, la educación era totalmente accesible para cualquiera

Durante la Edad Media, el conocimiento estaba abierto a todos

Con lo dicho hasta ahora es suficiente para demoler uno de los mitos de la historiografía protestante: la tremenda ignorancia en punto a la Biblia en que la malvada Iglesia Católica mantenía a los pueblos cristianos medievales.


Mito segundo

En la Edad Media «la mayoría de las personas no sabían leer ni escribir. Así que estaban `a oscuras’ por lo que respecta a toda clase de conocimiento, ya que no podía ser comunicado» (Lección 34 de la Sección I, pág. 5.8).

¡Esto es genial! ¿Dónde debió estudiar historia el autor? ¿En un cursillo televisivo de la BBC?

Veamos lo que nos dice sobre este asunto esa ciencia llamada Historia:

«En la Edad Media, como en todas las épocas, el niño va a la escuela. Por lo general, es la escuela de su parroquia o del monasterio más cercano. En efecto, todas las iglesias tienen una escuela: a ello obliga el Concilio de Letrán de 1179, y en Inglaterra, país más conservador que el nuestro, todavía puede verse la iglesia junto a la escuela y el cementerio. Muchas veces son fundaciones señoriales las que garantizan la instrucción de los niños; Rosny, una pequeña aldea a orillas del Sena,

La instrucción, en la sociedad política cristiana, era algo garantizado para ambos sexos y para todos los estamentos

La instrucción, en la sociedad política cristiana, en la teoría y en la práctica, era algo garantizado para ambos sexos y para todos los estamentos

tenía desde comienzos del siglo XVIII una escuela que había fundado hacia el año 1200 su señor Gui V Mauvoisin. Otras veces se trata de escuelas exclusivamente privadas; los habitantes de un poblado se asocian para mantener a un maestro que toma a su cargo la enseñanza de los niños. (…)También los capítulos de las catedrales estaban sometidos a la obligación de enseñar dictada por el Concilio de Letrán
(Nota 1: En cada diócesis, dice Luchaire, aparte de las escuelas rurales o parroquiales que ya existían… los capítulos y los principales monasterios tenían sus escuelas, su personal de profesores y alumnosLa societé française au temps de Philippe Auguste, pág. 68).

El niño entraba en ellas [en las escuelas] a los siete u ocho años de edad, y la enseñanza que preparaba para los estudios universitarios se extendía a lo largo de una década, lo mismo que hoy, de acuerdo con los datos que proporciona el abad Gilles el Muisit. Varones y niñas estaban separados; para las niñas había establecimientos particulares, tal vez menos numerosos, pero donde los estudios alcanzaban a veces niveles muy altos. La abadía de Argenteuil, donde se educó Eloísa, proporcionaba el aprendizaje de la Sagrada Escritura, letras, medicina y hasta cirugía, aparte del griego y el hebreo, que introdujo Abelardo. En general, las escuelas daban a sus alumnos nociones de gramática, aritmética, geometría, música y teología, que les permitían acceder a las ciencias que se estudiaban en la Universidad; algunas incluían alguna enseñanza técnica. La Histoire Littéraire menciona como ejemplo la escuela de Vassor en la diócesis de Metz, donde al mismo tiempo que aprendían la Sagrada Escritura y las letras, los alumnos trabajaban el oro, la plata y el cobre (Nota 2: L. VII, c. 29; registrado por J. Guiraud, Histoire partiale, histoire vraie, pág. 348). (…) En esta época los niños de las diferentes clases sociales se educaban juntos, como lo atestigua la conocida anécdota que presenta a Carlomagno irritado contra los hijos de los barones, que eran perezosos, contrariamente a los hijos de los siervos y los pobres. La única distinción que se hacía era la de la retribución, dado que la enseñanza era gratuita para los pobres y de pago para los ricos. Veremos que esa gratuidad podía prolongarse mientras duraran los estudios y también extenderse al acceso al título, puesto que el ya mencionado Concilio de Letrán prohíbe a las personas cuya función era dirigir y controlar las escuelas `que exijan a los candidatos al profesorado una remuneración para que se les otorgue el título’.

Mediante concilios como el I de Letrán, la Santa Iglesia Católica se aseguraba de evitar que robasen a nadie con tasas por recibir una educación

Mediante concilios como el I de Letrán, la Santa Iglesia Católica se aseguraba de evitar que robasen a nadie con 'tasas' por recibir una educación

Por otra parte, en la Edad Media había poca diferencia en la educación que recibían los niños de diferente condición; los hijos de los vasallos más humildes se educaban en la mansión señorial junto a los del señor, los hijos de los burgueses ricos estaban sometidos al mismo aprendizaje que el del más humilde artesano si querían atender a su vez el comercio paterno. Ésta es sin duda la razón por la cual hay tantos grandes de origen humilde: Suger, que gobernó Francia durante la cruzada de Luis VII, era hijo de

Suger, regente de Francia durante la Cruzada de Luis VII, era hijo de siervos. Su caso no era una excepción

Suger, regente de Francia durante la Cruzada de Luis VII, era hijo de siervos. Su caso no fue una excepción

siervos; Maurice de Sully, el obispo de París que hizo construir la iglesia de Nôtre-Dame, nació de un mendigo; San Pedro Damián fue porquero en su infancia, y Gerbert d’Aurillac, una de las luces más fulgurantes de la ciencia medieval, fue también pastor; el papa Urbano VI era hijo de un zapatero de Troyes, y Gregorio VII, el gran Papa de la Edad Media, de un pobre cabrero. A la inversa, muchos grandes señores son letrados cuya educación no debió diferir en mucho de la de los clérigos: Roberto el Piadoso componía himnos y secuencias latinas; Guillermo IX, príncipe de Aquitania, fue el primero de los trovadores; Ricardo Corazón de León nos dejó poemas, lo mismo que los señores de Ussel, de Baux y muchos otros; para no hablar de casos más excepcionales como el del rey de España Alfonso X» (Régine Pernoud, A la luz de la Edad Media, Ed. Juan Granica, Barcelona 1988, págs. 115-118).
Todo lo anterior, pura historia, nos presenta un cuadro de la Edad Media muy distinto del dibujado por la mitología protestante: la instrucción era vastísima, todo el mundo tenía acceso al conocimiento de las Escrituras, y la cultura era gratuita para los pobres (lo contrario de lo que ocurre en nuestro mundo protestantizado).

¿Dónde están, pues, las «tinieblas» medievales? Tan sólo en la mente de los mitógrafos protestantes.

Luis Fernando Pérez

luisfdo@civitasdei.org