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SAN MIGUEL ARCÁNGEL, DEFENSOR DE LOS MORIBUNDOS Y PSICOPOMPO (Segunda Parte)


por Mendo Crisóstomo
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Hacía ya más de dos años que no publicábamos nada.

En medio de esta persecución y combate que esperamos no acabe aquí -pues la Escritura nos enseña que la vida es milicia– hemos encontrado oportunidad física y electrónica de volver a publicar.

Deseamos y pedimos al Arcángel San Miguel que nos dé fuerzas y recursos para seguir publicando, para continuar (también aquí) el buen combate. Deseamos también que el lector se una a nuestras oraciones.

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San Alfonso María de Ligorio

En una entrada anterior desarrollábamos someramente la primera parte de esta cuestión de San Miguel como defensor de los moribundos y guía de las almas en el más allá. Llega ahora la ocasión de publicar la segunda parte y empezaremos con el aporte de ese genio de todos reconocido, napolitano, aragonés y español, que fue San Alfonso María de Ligorio.

San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia políticamente muy incorrecto (como todos los Doctores de la Iglesia sin excepción), nos refiere, una ilustrativa anécdota sobre un noble polaco que durante muchos años había vivido alejado de Dios y en pecado mortal:
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Acercándose la hora de su muerte, hallábase lleno de terror y de remordimientos, torturado por la desesperación. Como este hombre había sido devoto del arcángel San Miguel, Dios en su infinita misericordia permitió que se le apareciera para combatir a los demonios que le estaban tentando. El arcángel le movió al arrepentimiento, diciéndole que había orado por el y que había conseguido para él más tiempo de vida para obtener su salvación.
Minutos después, se presentaron dos sacerdotes dominicos, diciendo que se les había aparecido un extraño joven pidiéndoles que fueran a ver a este hombre moribundo.
Éste se confesó con lágrimas de arrepentimiento y recibió la Santa Comunión. Al poco rato, murió reconciliado con Dios en brazos de los sacerdotes.

Otra es la que nos relata San Vicente María Strambi, quien nos narra cómo, en el momento de la muerte de San Pablo de la Cruz, se lanzó al suelo invocando la ayuda del Señor, pues no quería morir sin la asistencia de sus religiosos. Al instante fue elevado desde el suelo por una mano invisible y, al abrir los ojos, relató haber visto dos hermosísimos ángeles, exclamando regocijadamente a continuación:

«¡Oh, gran Providencia del Señor!»

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San Pablo de la Cruz

Y, en los primeros tiempos de la Cristiandad, nos encontramos cómo en la Vida de San Pacomio se describe con todo lujo de detalles cómo los ángeles se presentan para ejercer de psicopompos en la tarea de conducir el alma de San Pacomio hasta el Paraíso.

Autores como Lactancio, San Juan Crisóstomo o San Ambrosio se detienen a describir esta tarea de psicopompo liderada por San Miguel Arcángel, recogida también posteriormente por una obra de carácter histórico (no dirigiremos calificativo alguno contra los listos que cuestionan su historicidad, naturalmente en base a sus prejuicios) como es la Legenda Aurea.

Incluso en el momento del tránsito de María Santísima y posterior Asunción, San Miguel Arcángel acompañó a Nuestro Señor Jesucristo para ir a recogerla y llevársela al Paraíso.

Tal es la importancia del querubín que un día se atrevió a plantar cara a Satanás y vencerle. Y que lo vence en toda ocasión.
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Así mismo, los Padres de la Iglesia, comentando un pasaje de la Epístola de San Judas Tadeo en el que hablan de cómo Satanás se presentó ante el cuerpo de Moisés y San Miguel Arcángel se presentó para defenderlo, lo utilizan como ejemplo para hablar cómo los ángeles caídos, condenados a las tinieblas, acuden en la agonía de los difuntos, para intentar desesperarlos llevarse sus aterrorizadas almas al Infierno.

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En el momento de la muerte del glorioso San José, se presentó allí San Miguel para guiar su alma y protegerla de los demonios

Del mismo modo, Nuestro Señor dice en el Santo Evangelio de San Lucas que los ángeles transportaron el alma del pobre Lázaro. Y, en el momento de la muerte de San José, la Tradición nos transmite cómo se presentó allí San Miguel para guiar su alma y protegerla de los demonios.

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«San Agustín, Padre y Doctor de la Iglesia, explica que la pérdida o daño de un alma es una especie de derrota para San Miguel Arcángel por parte del Maligno»

San Agustín, Padre y Doctor de la Iglesia, explica que la pérdida o daño de un alma es una especie de derrota para San Miguel Arcángel por parte del Maligno.

Mucho tiempo después, en el siglo XIII, San Pantaleón señalaba que la función de psicopompo (conductor o guía de las almas) y protector de los moribundos atribuida a San Miguel era algo reconocido por todos los cristianos.

Ya en el Antiguo Testamento, el propio San Miguel Arcángel le dice al profeta Daniel (Dan. 12, 1) que el día del Juicio Final, se presentará allí para guiar a unos hacia la luz eterna y para arrojar a otros al horror eterno.

Es ilustrativo que incluso el rey Clodoveo (rey de un pueblo a medio cristianizar como el de los francos, a diferencia del pueblo hispanovisigodo), desde su bautismo, recitaba cada día esta oración:

«Oh, San Miguel, que sois la más poderosa ayuda de los cristianos en la hora de la muerte, deposito en vos mi confianza; otorgadme una muerte preciosa ante Dios.»

Y, si venimos a épocas posteriores, más modernas y escolásticas que la de Clodoveo, nos encontramos que Santo Tomás de Aquino, San Roberto Belarmino, o Suárez (Doctor Eximius), entre otros importantes autores, han declarado que San Miguel es el ángel de la buena muerte, de tal modo que cualquiera que se recomendare sinceramente a él no morirá en pecado mortal, sino que será salvado por su potente protección en el momento de la agonía.
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Por ello, en España y otros muchos lugares de la Cristiandad, aparte de las cofradías de San Pedro (que tiene las llaves del Reino de los Cielos) y las de las Ánimas del Purgatorio, se crearon también las de los Santos Ángeles y las del Arcángel San Miguel. Durante siglos, estas cofradías de San Miguel Arcángel como patrono de la Buena Muerte han recibido numerosas indulgencias de parte de los Romanos Pontífices.

Todo esto se plasma en la liturgia y, así, en la Liturgia Romana, en el Ofertorio del Propio de la Misa de Difuntos, se ruega la intercesión de San Miguel Arcángel del siguiente modo:

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«Sed signifer sanctus Michaël repraesentet eas in lucem sanctam quam olim Abrahae promisisti  e semini eius»

(Mas, que el Abanderado San Miguel las guíe [las almas] hacia la luz santa que en otro tiempo prometiste a Abraham y a su descendencia)
En tiempos como los que vivimos, es muy útil y provechosa (más que nunca) la devoción por San Miguel Arcángel. San Francisco de Sales nos enseña:

«La veneración a San Miguel es el mas grande remedio en contra de la rebeldía y la desobediencia a los mandamientos de Dios, en contra del ateísmo, escepticismo y de la infidelidad.»
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SAN MIGUEL ARCÁNGEL, DEFENSOR DE LOS MORIBUNDOS Y PSICOPOMPO (Primera Parte)

por Mendo Crisóstomo

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San Miguel Arcángel, gloriosísimo príncipe de los ejércitos celestiales, protector de las parturientas, de los niños que han de nacer y de los recién nacidos

San Miguel Arcángel, gloriosísimo príncipe de los ejércitos celestiales, tiene como tarea rescatar a las almas de los fieles del poder y tentaciones del Antiguo Enemigo.

Por eso es el protector de las parturientas, de los niños que han de nacer y de los recién nacidos. Pero especialmente a la hora de la muerte, ya que ese estado de espera hasta reunirse con Dios es el más aprovechado por Satanás para buscar los resquicios por los que pervertir el alma y así poder llevársela para siempre.

El soberbio y arrogante Satanás tiembla sólo con escuchar su nombre, pues le recuerda el grito de «Quis ut Deus?» con que el humilde San Miguel le respondió cuando se rebeló contra Dios bajo el grito de «Non Serviam!» (¡No te serviré!).

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Unidos al grito de «Quis ut Deus?» siguieron a San Miguel Arcángel y, capitaneados por éste, derrotaron a Satanás y a sus ángeles

La mayor parte de los ángeles, unidos al grito de «Quis ut Deus?» (¿Quién como Dios?) siguieron a San Miguel Arcángel y, capitaneados por éste, derrotaron a Satanás y a los ángeles que le habían seguido en su pérfida rebelión.

La muerte es una clara (y tangible) constatación de las consecuencias del pecado original en nuestra naturaleza. Desde momentos antes de producirse, los demonios ya preparan sus tentaciones para actuar en la última oportunidad que van a tener de llevarse consigo al moribundo: hacerle morir en la impenitencia final.

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en el instante mismo de la muerte, se presentan —ya visiblemente— los demonios

Sin embargo, aparte de que Dios nunca permite que seamos tentados por encima de nuestras propias fuerzas, en esos terribles y angustiosos momentos de la muerte también acudirá el Arcángel San Miguel a la cabeza de otros ángeles, con el objetivo de conseguir que el moribundo muera con la perseverancia final de la fidelidad a Cristo. O bien, si vivió infiel a Cristo, se presentarán allí con el objetivo de que alcance el arrepentimiento y perdón de sus pecados antes de que sea demasiado tarde.

subir imagenDespués, en el instante mismo de su muerte, tiene lugar el Juicio Particular; se le presentan —ya visiblemente— los demonios, encabezados por su príncipe, el Antiguo Enemigo del género humano, frente a San Miguel Arcángel, que tendrá como tarea defenderle en ese juicio y, si sale absuelto, conducirlo protegido hasta el Cielo (directamente o llevándole primero al Purgatorio).

Dentro de la Escatología (definida fundamentalmente en 1274 en el Concilio II de Lyon, en la constitución Benedictus Deus de 1336, promulgada por Benedicto XII y en 1439 en el Concilio de Florencia), se distinguen la Escatología Intermedia y la Escatología Final.

subir imagenEl Juicio Particular, producido instantáneamente tras la muerte, se contiene en la Escatología Intermedia. El alma, al separarse del cuerpo, recibe la salvación eterna (bien sea inmediata o bien tras la conveniente purificación en el Purgatorio), o la condenación eterna.

La Escatología Intermedia es la fase personal dentro de la lucha cósmica que se produce, por un lado, entre Satanás (que ampara la Ciudad del hombre mundano) y San Miguel, que combate con las fuerzas de Dios (y que ampara la Ciudad de Dios). En este caso, entablan una lucha por el alma del moribundo.

Cada día, antes de oficiar el Santo Sacrificio de la Misa, San Anselmo rezaba la siguiente oración:

«San Miguel Arcángel de Dios, custodio del Cielo, venid en mi ayuda en el momento de mi muerte; sed mi defensa contra el Espíritu Maligno y conducid mi alma a la gloria del Paraíso.»

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San Anselmo

San Anselmo, Doctor de la Iglesia, cuenta una interesante anécdota a este respecto: había un piadoso religioso, cuyo bautismo había sido tardío, a quien, en sus últimos momentos, le asaltó el Diablo, apareciéndose para acusarle de todos los pecados que había cometido antes de ser bautizado. En aquellos momentos, se presentó allí San Miguel. Respondió a las acusaciones alegando que todos esos pecados habían sido borrados en culpa y en consecuencias con el Bautismo.

Entonces Satanás le acusa de los pecados cometidos después del Bautismo. San Miguel declaró entonces que tales pecados le habían sido perdonados en la confesión general hecha antes de profesar a la vida religiosa. Incansable, Satanás le acusó de sus negligencias y faltas durante su vida religiosa, pero San Miguel refutó las acusaciones dando testimonio sus confesiones y buenas obras durante su vida religiosa, recordándole que lo que le quedaba por expiar lo había hecho a través del sufrimiento de su enfermedad, vivido con resignación y paz.

San Miguel Arcángel, en efecto, fue siempre reconocido como el gloriosísimo Príncipe de los Ejércitos Celestiales, como protector de los ejércitos cristianos contra los enemigos de la Iglesia y como defensor de los cristianos contra los poderes diabólicos, trabajando por conseguir una buena muerte para cada uno de aquéllos.

Protector de los moribundos, los defiende de las asechanzas del Diablo y los recibe inmediatamente y conduce hasta el Cielo si se lo han ganado y si han salido absueltos del juicio particular.

El Papa San Gregorio Magno, Padre y Doctor de la Iglesia, nos enseña (Homilías sobre los Evangelios 9, 8-9):

«Nosotros debemos procurar y pensar con grandes lamentos cuán rabioso y terrible nos asaltará en el día de nuestra muerte el príncipe de este mundo, nos asaltará reclamando sus obras en nosotros, pues que acudió a Dios que moría en la carne, y hasta buscó algo en él (Is. 14,30), en quien nada suyo pudo hallar…

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San Gregorio Magno

¿Qué diremos al enemigo que reclama y que halla en nosotros muchas cosas suyas sino solamente que tenemos un refugio seguro y una firme esperanza, porque nos hemos hecho una misma cosa con Aquél en quien el príncipe de este mundo también reclamó algo suyo, pero nada pudo hallar, porque sólo Él está libre entre los muertos (Ps. 87,5), y que ya hemos sido librados del pecado con una verdadera libertad, porque estamos unidos a Aquél que es verdaderamente libre?»

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San Jerónimo

Otro Santo Doctor y Padre de la Iglesia, San Jerónimo, autor de la Vulgata, decía que San Miguel asiste a las almas desde su aparición sobre la tierra, pero sobre todo en el terrible trance de la muerte.

Orígenes, San Juan Crisóstomo, San Eusebio y otros Padres de la Iglesia nos enseñan también cómo se presenta el Diablo con otros demonios en el momento de la muerte de cada uno y cómo San Miguel acude para cumplir con la psicostasis (pesar las almas) y para efectuar su trabajo de psicopompo.

subir imagenSan Miguel se encarga, pues, de efectuar la psicostasis. Por ello, a lo largo de los siglos, se le ha representado con una balanza, en la que pesa las buenas acciones de cada alma, e interviene Satanás para influir negativamente en este pesaje y lograr que pesen más las malas acciones.

Pero también es psicopompo, porque se encarga de conducir las almas de los difuntos y proteger de los demonios a los moribundos, ayudándoles a obtener una buena muerte y librándolos de los demonios que acechan.

Esta actuación de San Miguel Arcángel aparece testificada ya en la Epigrafía conservada del Cristianismo Primitivo (vid. R. Infante, «Michelle nella Letteratura apocrifa del Giudaismo del Secondo Tempio», Vetera Christianorum 34, 1997, 211-229.) e incluso en una obra tan importante para los orígenes del Cristianismo como el Pastor de Hermas (I, 3).

subir imagenEn el monte Gárgano, al sur de la península Itálica, desde el siglo V está presente el culto a «San Miguel Arcángel, taumaturgo, psicopompo, psicagogo», y allí cuenta con un importante santuario, quizá el más importante de cuantos se le han dedicado en la Cristiandad.

A lo largo de la Edad Media, a San Miguel Arcángel se le consagrarán numerosas capillas en los cementerios (vid. E. Mâle, L’art religieux du XII siècle en France, Paris, 1924). En el Museo de Arte Catalán de Barcelona, se conserva una representación románica del siglo XIII en la que se aprecia a los Arcángeles San Miguel y San Gabriel transportando un alma al Cielo.

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San Miguel Arcángel conduce a las almas salvadas hasta el Cielo, donde les presenta a Dios

Cuando el difunto ha alcanzado su salvación, si no tenía que pasar por el Purgatorio,  San Miguel Arcángel en persona lo llevará hasta el Cielo, donde, tras ser recibido por los mártires, por los santos de su devoción y por los seres queridos que se han salvado, San Miguel Arcángel le presentará a Dios.

Todos los Santos de la historia de la Iglesia se han santificado con la Misa Tradicional (hoy llamada por los oficialistas “forma extraordinaria”), establecida por Jesucristo, y no con la nueva “misa” (hoy llamada por los oficialistas “forma ordinaria”) inventada por el obispo masón Bugnini y por cinco ministros protestantes y un rabino.

La "forma ordinaria" de la Misa que hoy encuentra habitualmente en su parroquia, NO es la Misa de siempre, sino un invento humano plagio de los herejes protestantes

Por eso, según los grandes santos y doctores de la Iglesia, son numerosísimas las utilidades y beneficios que, gana aquel que asiste a la Misa de siempre, la Misa Tradicional, y las que gana aquel sacerdote que la celebra.
Menos mal que el Papa Benedicto XVI ha indicado que jamás estuvo prohibida la Misa Tradicional; eso hará que algunos que se alejaron de la Iglesia vean que las “misas” a las que les llevaban de pequeños no son las misas a las que iban sus abuelos.

La Misa Tradicional o "forma EXTRA-ordinaria es la Misa con que se santificaron TODOS los santos de la historia

Estas utilidades, por supuesto, no las gana quien asiste a esa “misa” inventada tras el Concilio Vaticano II, ya que tal “misa” (hoy extendida por doquier y en lengua vulgar), no es a la que ellos asistían, sino que es una “misa” inventada por humanos y no la establecida por Dios, que es la de Jesucristo.

Mendo Crisóstomo

TESORO DE LAS GRANDES UTILIDADES

QUE SE GANA EN CELEBRAR Y OÍR MISA TRADICIONAL

Extraído de Misa Tridentina

1 – San Bernardo, hablando de las utilidades de la Misa, dice: Que más merece el que devotamente oye una Misa (en gracia de Dios), que si peregrinara la dilatada espaciosidad de todo el mundo, y que si diera a los pobres su hacienda: pero mucho más el que celebra.
2 – El mismo Santo dice: Que el que devotamente y en gracia oyere Misa merece tanto como si fuera  peregrinando. y visitara todos los Lugares Santos de Jerusalén, y caminara la demás Tierra Santa.

La Santa Misa Tridentina es el compendio de las maravillas que Dios ha hecho con los hombres

3 – San Buenaventura, con otros muchos Padres, dice: Que la santa Misa es el compendio de las maravillas que Dios ha hecho con los hombres.

4San Agustín dice: Que si alguno oyere devotamente la Misa, alcanzará grandes auxilios para no caer en pecado mortal, y se le perdonarán sus defectos y pecados veniales e imperfecciones.
5 – En otro lugar dice: Que todos aquellos pasos que uno da para oír Misa, son escritos y contados por su Ángel y por cada uno le dará el Altísimo Dios un grandísimo premio en esta vida mortal y perecedera.
6 – Refiere el mismo Santo: Que el oír devotamente Misa y ver el Santísimo Sacramento, ahuyenta al demonio del pecador.
7 – . Mas adelante refiere: Que al que oyere Misa entera no le faltará el sustento necesario y alimento para su cuerpo.
8 – El propio Santo dice: En aquel día que alguno viere en la Misa el Cuerpo y Sangre de Jesucristo, se le conservará la luz de la vida.

El Ángel de la Guarda toma nota de todos los pasos que uno da para asistir a Misa Tradicional

9 – En otro lugar continúa diciendo: Que mientras uno oye Misa no pierde el tiempo, sino que gana mucho, por muy dilatado que el sacerdote se esté en el sacrificio de la Misa.

10 – Mi gran Padre San Agustín, hablando con los que fueran muy devotos de las benditas almas del purgatorio, dice estas breves palabras: Quien por los difuntos oye Misa y ora, por sí propio trabaja: así el que ofrece por las almas lo que reza, por sí propio trabaja.
11San Anselmo dijo: Que más vale una Misa oída en vida, que mil dichas por la misma persona después de su muerte.
12 – El mismo Santo dice: Que una Misa sobrepuja y accede la virtud de todas las oraciones en cuanto a la remisión de la culpa y pena.

El que asiste a Misa Tradicional, en ese día se librará de muy grandes peligros y numerosos males

13 – En otro lugar dice: Que oír devotamente una Misa en vida o dar alguna limosna para que se celebre, aprovecha más que dejar para celebrarlas después de su muerte.
14 – San Gregorio dijo: Que el que devotamente oyere Misa, en aquel día se librará de muy grandes peligros y muchos males.
15 – En otro lugar dice: Porque ningún sacrificio hay en todo el mundo por el cual las almas de los difuntos con mayor presteza salgan y se libren de las penas del purgatorio, que por la sacratísima oblación y santo sacrificio de la Misa, como sienten los teólogos.

La Misa Tridentina es "el mayor bien que se puede ofrecer por las almas para librarlas y sacarlas del purgatorio"

16 – El mismo santo dice: Que la pena de los vivos y de los difuntos se suspende mientras se celebra la Misa y principalmente en las almas de aquellos por quienes con especialidad el sacerdote ruega, ora y dice la Misa.

17 – Continúa el mismo Santo diciendo: Que por las Misas oídas y dichas con devoción, los pecadores se convierten a Dios, las almas se libran de las penas que por sus pecados merecían en el purgatorio. y los justos se conservan en el camino rectísimo de la justificación.
18 – Por último, dice el mismo San Gregorio: Que por las Misas que en la Iglesia se celebran, se convierten los infieles a la fe de Cristo, las almas de las penas del purgatorio vuelan al cielo y los Justos se afirman en la gracia de Dios.
19 – San Jerónimo dice: Que las almas que están en la penas del purgatorio, por las cuales el sacerdote ora y ruega en la Misa, no padecen ningún tormento mientras que el santo sacrificio de la Misa se celebra y dice por ellas.
20 – El mismo Santo dijo: Que por cualquier Misa con devoción celebrada y oída salen muchísimas almas de las penas del purgatorio, y a las otras  que quedan en él se les disminuyen las muchas penas que allí padecen.

Salvo la Misa Tridentina, ningún otro sacrificio posee poder por el que "las almas de los difuntos con mayor presteza salgan y se libren de las penas del Purgatorio"

21San Alberto el Magno dice: Que el santo sacrificio de la Misa está tan lleno de misterios como el mar  está lleno de gotas, como el sol de átomos, el firmamento de estrellas y como el cielo empíreo de muchísimos Ángeles.

22 – En otro lugar (Serm. 145) dice: Que el que en la  Misa contemplare la Pasión y muerte de Jesús, merecerá más que si anduviese peregrinando a pie descalzo a los Lugares Santos de Jerusalén, y ayunara a pan y agua un año, y se azotara hasta derramar sangre de sus venas. y rezara trescientas veces el Salterio.
23San Cipriano dice: Que el santo sacrificio de la Misa es medicina para sanar las enfermedades, y holocausto para purgar las culpas.
24 – San Juan Crisóstomo dice: Que la celebración de la Misa en cierta manera, vale tanto cuanto vale la muerte de Cristo en la cruz.

La Santa Misa Tradicional vale tanto como el Sacrificio de Cristo en la Cruz

25 Inocencio Papa dice: Que por la virtud del sacramento de la Misa todas las virtudes se aumentan y se acrecienta la gracia.

26 Juan Bautista Mantuano dijo: Aunque Dios me diera cien lenguas, y con ellas una voz de acero que nunca se me gastara, no sería posible declarar y manifestar las utilidades, gracias, privilegios y grandes provechos que se ganan con asistir y oír Misa en gracia.
27 – San Bernardino de Sena dice: Que la Misa es el mayor bien que se puede ofrecer por las almas para librarlas y sacarlas del purgatorio y llevarlas a gozar de su santísima gloria.

La Misa Tradicional está tan llena de misterios como el mar está lleno de gotas o el firmamento de estrellas

28 – San Lorenzo Justiniano dice: Más agrada al Altísimo Dios el sacrificio de la Misa, que los méritos de todos los Ángeles.
29 – El Venerable Beda dice: Que si una mujer encinta oyere Misa, podrá esperar grandes auxilios en los dolores de su parto.
30 – Eugenio Papa dice: Que más aprovecha para la remisión de la culpa y pena oír una Misa, que todas las oraciones de todo el mundo.
31 – El Concilio de Trento: Que por el santo sacrificio de la Misa se aplaca a Dios, y concede la gracia y don de la penitencia.

Es imposible manifestar con palabras las grandes utilidades, gracias, privilegios y grandes provechos que se ganan con la Misa Tradicional

32 – El santo sacrificio de la Misa, dice San Francisco de Sales, es el corazón de la devoción, el alma de la piedad y el centro de la Religión.
33 – Concluyendo, dice el Doctor Angélico Santo Tomás de Aquino: Que los efectos que causa el santo sacrificio de la Misa y el oírla, son los siguientes:

Resiste a los malos pensamientos.

Destruye los pecados.

Mitiga el aguijón de la carne.

Da fuerzas al alma para batallar contra los enemigos.

Perdona los pecados veniales.

Purifica, limpia y purga el corazón.

Alienta a obrar bien.

Aumenta la castidad.

Acrecienta el fervor de la caridad.

Da fuerzas para sufrir las cosas adversas y llena el alma de todas las virtudes.

Y, en fin, por decirlo de una vez, cuantos frutos, gracias, privilegios y dones recibimos de la mano del Altísimo Dios, todos son por la sagrada muerte y Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, la cual se representa en el Sacrificio de la Misa.

LA VERDADERA HISTORIA POLÍTICA DE LA CRISTIANDAD Y EL MITO MODERNO DE LOS TRES PODERES

Por Mendo Crisóstomo

Todos conocemos la leyenda negra creada por las plumas conservadoras y burgués-capitalistas-caciquiles y por sus correlatos demagogos de izquierda acerca de la Cristiandad.

Desde que el Cristianismo tomó las riendas de la sociedad, fue instituyéndose un sistema natural, basado en el libre albedrío, la caridad y la justicia

Desde que el Cristianismo tomó las riendas de la sociedad, fue instituyéndose un sistema natural, basado en el libre albedrío, la caridad y la justicia

Todos ellos, embriagados  de dialéctica hegeliana y envenenados por diversas ideologías, no cejan en su empeño de calumniar y mentir acerca de lo injusta, inmovilista, explotadora, tiránica que fue la Cristiandad político-social hasta la revolución y la moderna aparición del Estado, mal llamado “de derecho”.

Ahora bien, cualquiera que se acerque sin prejuicios a las fuentes constatará, sin gran esfuerzo, que desde que el Cristianismo tomó en la Antigüedad Tardía las riendas de la sociedad y especialmente una vez que hubo conseguido la conversión de todos a la verdadera religión en cada territorio, entonces fue instituyéndose de forma eficaz el Régimen de Cristiandad; esto es: según la caridad y justicia cristianas y según el libre albedrío y no según el “libre examen” que después introducirá ese monje maldito que fue Martín Lutero y sobre el cual se sustentará después el liberalismo en todas sus formas.

La Sociedad Cristiana se basará, simplemente, en aplicar a la experiencia las leyes naturales y la Tradición recibida de los antepasados (de tradere, entregar): no en ideologías ni en imposiciones hechas desde arriba por parte de un grupo de visionarios y de una ficción política como es actualmente el “Estado”.

La demagógica clase política, con sus firmes apoyos financieros y propagandísticos, adormila a una sociedad anestesiada y aburguesada por los vicios y vanos placeres

La demagógica clase política, con sus firmes apoyos financieros y propagandísticos, adormila a una sociedad anestesiada y aburguesada por los vicios y vanos placeres

Aquellos felices tiempos nada tenían que ver —como decimos— con las leyendas negras inventadas por diversos elementos de las clases acomodadas que fueron quienes inventaron el Estado Moderno.

El Estado Moderno y su democracia crearon una nueva casta, la “clase política”, que con su aparato propagandístico y sus apoyos financieros adormila a una sociedad colmada de numerosas comodidades y placeres efímeros que intentan camuflar cómo todos esos “individuos” viven, en realidad, arrollados por la burocracia y por el afán de regularlo todo, ¡y que persigue al disidente con una feroz policía!; y todos se asfixian con unos terribles impuestos ante los cuales sólo es posible bajar la cabeza.

La sangrienta Revolución fue la responsable de la aparición del Estado

La sangrienta Revolución fue la responsable de la aparición del Estado y de la absorción de la soberanía social por parte de la soberanía política

En cambio, los tiempos en que regía la Ciudad de Dios, eran tiempos en que la soberanía se hallaba verdaderamente dividida, y no dividida artificialmente como ahora mediante un Estado opresor con un gran aparato propagandístico. Desde Aristóteles hasta la Segunda Escolástica, pasando por San Juan Crisóstomo o por Santo Tomás de Aquino, se tuvo bien claro que:

1)      En la soberanía es preciso distinguir entre un poder social y un poder político. Ambos se limitan entre sí y ambos, a su vez, se hallan limitados por la Tradición y por la Ley Natural.

2)      El poder central no tiene ningún derecho de supremacía sobre la sociedad.

En cambio, la Revolución creó el Estado, cuya aparición supuso el cumplimiento de unas expectativas francamente totalitarias (que presumen de ser antiabsolutistas y antitotalitarias cuando en realidad son todo lo contrario) previstas por Marsilio de Padua, Hobbes, Bodino o Rousseau, que tienen sus antecedentes en los engaños de los antiguos sofistas.

Aquellos procaces visionarios (Bodino, Hobbes, Rousseau y Locke) son los responsables teóricos de la aparición del fraudulento sistema totalitario y artificial de la Democracia Liberal

Estos visionarios, personas muy pagadas de sí mismas y alejadas de una interpretación realista de la política y fundamentados en constructos “de laboratorio”, quisieron establecer una sola soberanía: la soberanía política del poder central, desvinculada de todo posible poder externo que la limite, absorbiendo radicalmente a la soberanía social y aplastando todo orden natural.

Además, con la Revolución liberal, la política se desvincula de la ley natural y de toda constitución histórica de la sociedad. Así aparece el Estado, que conquista la supremacía absoluta por encima de cualquier otra entidad.

Los teóricos liberales se inventan entonces la ficción de los tres poderes, una ficción inexistente y profundamente totalitaria porque:

1)      Esos tres poderes los acapara esa gran bestia tiránica que es el Estado.

2)      El Estado no tiene en cuenta ninguna limitación: ni ético-moral, ni jurídico-foral, ni jurídico constitucional.

Con los planteamientos defendidos por Bodino, el Estado se hace a sí mismo única fuente del derecho y usurpa el derecho al pueblo. El Estado se convierte en solutus legibus, esto es:

Él mismo crea leyes, él mismo ejecuta esas leyes y él mismo juzga a quienes no cumplen esas leyes.

Pero, ¿acaso los individuos que conforman el cuerpo social son tenidos en cuenta a la hora de crear esas leyes? No.

Resultado del proceso es ese Gran Leviatán, estado totalitario camuflado con la palabrería de libertad e igualdad, pero que aplasta la idiosincrasia e impide a los hombres cubrir sus necesidades particulares

Resultado del proceso es ese "Gran Leviatán", estado totalitario camuflado con la palabrería de libertad e igualdad, pero que aplasta la idiosincrasia e impide a los hombres cubrir sus necesidades particulares

A diferencia del sistema tradicional, desde entonces ha sido aquí una misma bestia quien ha impuesto a todos unas leyes y quien sigue persiguiendo a quien no las cumple. Apareció así el “Gran Leviatán” de Hobbes, que inventó un imaginario pacto al que todos los individuos llegan, renunciando a su libertad por el temor a una muerte violenta y por su egoísmo utilitarista y creando un “poder común”.

Así, todo y todos quedan sujetos a ese “poder común”: sólo ese poder común de oligarcas podrá legislar y sólo él será quien determine lo justo y lo injusto.

Locke vino a completar esos delirios de Hobbes o Bodino al inventar una nueva ficción: la teoría de la división de poderes.

Ahora bien: tal división es absurda porque, en tales concepciones supremacistas estatistas y esencialmente antinaturales, esos tres poderes están acaparados por el Estado.

La división de trs poderes es utópica e inexistente, pues el Estado arrebata su soberanía a los cuerpos sociales y además acapara los poderes en la misma cúpula burocrática del sistema

La división de tres poderes es utópica e inexistente, pues el Estado arrebata su soberanía a los cuerpos sociales y además acapara los poderes en la misma cúpula burocrática del sistema

Así pues, el Estado arrebata a los cuerpos sociales su soberanía social, la fusiona con la soberanía política y después divide en fragmentos (los supuestos tres poderes) para oponerlos unos a otros; de este modo, un límite que debería estar fuera, lo buscan dentro.

Así que no existen esos tres poderes, sino que son una ficción que intenta esconder una realidad: la Bestia del Estado acaparando todo el poder.

Después apareció Rousseau con su solemne sandez de la “bondad natural del hombre”, redundando en lo anterior y exaltando el Estado y diciendo que la sociedad corrompe al hombre. Ese envanecido tipejo era tan contradictorio que, para encajar sus ficciones en unas nociones erradas y contradictorias de libertad, llegó a defender con su palabrería el absurdo de que el Estado “obligue a cada individuo a ser libre”. Entonces, algo tan vago como la “voluntad general”, erigida en un Estado (artificial, nuevamente y, en la misma línea de sus predecesores), se convierte en fuente de todo derecho, sin tener en cuenta la necesaria autogestión de los distintos individuos, instituciones y cuerpos sociales y aplastando la idiosincrasia y necesidades particulares de todos los hombres, que deben cubrirse para que la sociedad sea verdaderamente libre y justa.

En el Régimen de Cristiandad, TODO PODER se hallaba encerrado dentro de unos límites hacia abajo.

En el Régimen de Cristiandad, TODO PODER se hallaba encerrado dentro de unos límites hacia abajo.

¡Qué diferente de estas falsificaciones modernas es la clásica sociedad cristiana! ¡Y qué realista! ¡Y qué conocimiento tan profundo del hombre y de las fecundas posibilidades de la política y de lo social!

En el Régimen de Cristiandad, la suprema auctoritas implicaba que todo poder (incluso el poder político central) se hallaba encerrado dentro de unos límites hacia abajo.
Eso fue lo que intentaron abolir Rousseau, Hobbes y otros; y la Revolución lo consiguió. Como no podía ser de otro modo, al conseguir esto, lo que consiguieron fue aplastar toda posibilidad de sociedad libre, naturalmente jerarquizada, justa y equitativa.

Los liberales, en efecto, ejecutaron sangrienta y totalitariamente esa revolución antinatural y filosóficamente anticristiana; una vez llevada a cabo tan mortífera revolución, fusionaron todas esas ideologizaciones que idolatran al Estado y las aderezaron con esa funesta invención de la libertad, igualdad y fraternidad, que no son sino un constructo ideológico de palabras vacías enderezado a engañar a los tontos.

Con el liberalismo y el positivismo jurídico que le es inherente, existen unos “poderes” legislativo y ejecutivo acaparados por la tiranía de un gabinete de políticos; y se crea un pretendido ‘poder judicial’ que no es más que  un artefacto artificial de control social, en que la ley, expresión de la voluntad del poder totalitario del Estado liberal, absorbe al Derecho y todo lo puede.

Los límites de esta legalidad soberana no están puestos desde afuera del Estado (principio de subsidiariedad, naturaleza humana, naturaleza de las cosas, ley natural, la espontaneidad de la vida social, etc.), sino desde el Estado mismo, cuyo criterio en definitiva será esa misma soberanía estatal.

Con el Estado liberal, os poderes se ven en manos de las oligarquías de politicastros, siervos del más absoluto positivismo jurídico

Con el Estado liberal, los poderes se ven en manos de las oligarquías de politicastros, siervos del más absoluto positivismo jurídico

 

¿Hasta cuándo habrá que soportar la vigencia de ese mito de los tres poderes?

¿Cuándo las gentes honradas se pondrán en marcha de verdad para restablecer la necesaria autonomía de la soberanía social respecto de la soberanía política?

¿Cuándo se satisfará la urgente necesidad de reconstruir la sociedad natural, sociedad construida desde su base?

 

No. La civilización no está por inventar ni la ciudad nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la Civilización Cristiana, es la Ciudad Católica. San Pío X

"No. La civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la Civilización Cristiana, es la Ciudad Católica." San Pío X

“No, la civilización no está por inventar ni la «ciudad» nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la «ciudad» católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo

Papa San Pío X

LA TRADICIÓN CATÓLICA: ÚNICA SOLUCIÓN CONTRA EL CAPITALISMO (I)

Así considera el católico a los capitalistas:

subir imagen¡Contemplad sus manos! Están manchadas de sangre, de la sangre de las viudas y de los huérfanos, de los niños y adolescentes, de los impedidos o retrasados en su desarrollo por falta de nutrición y por el hambre, de la sangre de miles y miles de infortunados de todas las clases del pueblo que derramaron sus carniceros con innoble traficación. ¡Esta sangre, como la de Abel, clama al cielo contra los nuevos caínes!

Tales eran las palabras de Su Santidad Pío XII, el último papa que atacaba el Liberalismo como una doctrina diabólica que es.

No hablan así, sin embargo, los seguidores del inicuo y liberal Concilio Vaticano II, sino que parecen haber olvidado que defraudar al trabajador de su salario es uno de los cuatro pecados que claman la venganza divina. Así lo explica el máximo experto español en teología moral, Fray A. Royo Marín, O.P.:

“Se entiende por pecados que claman al cielo aquellos que envuelven una especial malicia y repugnancia abominable contra el orden social humano. […] en virtud de su especial injusticia contra el orden social, parecen provocar la ira de Dios y la exigencia de un castigo ejemplar para escarmiento de los demás.

“Bajo cualquier pretexto que se haga, ya sea retrasando inicuamente el pago, o disminuyéndolo, o despidiendo sin causa a los obreros, etc. apoyándose precisamente en la impotencia de los mismos para defenderse eficazmente. En la Sagrada Escritura se condena con energía este crimen. He aquí algunos textos:

‘No oprimas al mercenario pobre e indigente…Dale cada día su salario, sin dejar pasar sobre esta deuda la puesta del sol, porque es pobre y lo necesita’ (Deut. 24, 14-15)

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«estos pecados claman al cielo porque lo dice el Espíritu Santo, y porque su iniquidad es tan grave y manifiesta que provoca a Dios a castigarlos con los más severos castigos.»

‘El jornal de los obreros que han segado vuestros campos, defraudado por vosotros, clama, y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos’ (Iac. 5, 4)”


Y el Catecismo Mayor de San Pío X nos enseña:

“968. ¿Por qué se dice que estos pecados claman al cielo?

Dícese que estos pecados claman al cielo porque lo dice el Espíritu Santo, y porque su iniquidad es tan grave y manifiesta que provoca a Dios a castigarlos con los más severos castigos.”


subir imagenPor ello, los capitalistas son siervos de Satanás y viven fuera de la Iglesia. No tienen ningún derecho a recibir los sacramentos y, si lo hacen, cometen un sacrilegio y se hacen reos de la sangre de Cristo.

En verdad, la propiedad tiene una función social, que se halla ligada a la Ley Natural y a la Ley Divina.

Por simplificar, diremos que esa Ley Divina nos dice que existe una Caridad y una Misericordia que hay que cumplir con el prójimo. Dios nos ha hecho libres para que hagamos ese buen uso de nuestra libertad.
Y esa Caridad, y ese amor misericordioso hacia el prójimo son los que siempre defendió la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana.
Por ello, desde tiempos de Constantino, en la naciente Cristiandad política van a comenzar a instaurarse paulatinamente estos principios, que habían sido defendidos por los Padres de la Iglesia frente a las injusticias sociales paganas.

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Así, entre los padres Orientales tenemos ejemplos como el de San Juan Crisóstomo, patrón de los predicadores católicos:

“Hay un testimonio de las Escrituras Divinas que llama rapiña, avaricia y defraudación no sólo al arrebatar lo ajeno, sino también el no dar parte de lo propio a los demás. ¿Qué testimonio es ése? Reprendiendo Dios a los judíos por boca del profeta dice: La tierra ha producido sus frutos y no habéis traído los diezmos; la rapiña del pobre está en vuestras casas. Porque no habéis hecho las ofrendas acostumbradas, habéis arrebatado lo del pobre.”

Y, entre los Padres Occidentales, podemos citar al modelo de obispo, San Ambrosio de Milán, quien nos enseña algo tan elemental como que:

“Es un homicidio negar a un hombre el salario que le es necesario para su vida.”

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el puritanismo calvinista vino a decir que el Catolicismo había estado equivocado en su defensa de la justicia social

Sin embargo, el puritanismo calvinista vino a decir que el Catolicismo había estado equivocado en su defensa de la justicia social. Que el hombre estaba predestinado y, por lo tanto, las riquezas que ganase en la vida terrenal son señal de que va a salvarse: son un premio merecido (las gane como las gane), mientras que aquellos que se hallen en situación desfavorecida, económica o socialmente, deben aguantarse, ya que Dios les destina eso porque se lo merecen, porque están condenados. Tal es la Predestinación protestante.

Y de esa ética protestante es de donde surgió el Capitalismo, creado como un instrumento para extorsionar y aprovecharse de los sectores más amplios de la sociedad. Así pues, diversos genios, como Max Weber, no han podido por menos de publicar obras explicando por qué el Capitalismo es una creación de la ética protestante, que se enfrenta a la doctrina social del Cristianismo defendiendo una doctrina judaizante puritana.

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La Revolución Francesa, una de las mayores masacres de la historia, vino a traer el primer gran triunfo político del Capitalismo en el viejo continente

El liberalismo económico será ‘canonizado’ por el liberalismo político con la Revolución Francesa de 1789, una de las mayores masacres de la historia.

Por ello, el mundo entero, las potencias de ese capitalismo emergente, se enfrentan a las Españas desde el siglo XVI, porque las Españas defienden el orden social de la Cristiandad, las leyes sociales del Evangelio.

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Las Españas defendían el orden social de la Cristiandad, las leyes sociales del Evangelio

Así lo expresa el gran Papa León XIII:

“Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados”. León XIII, “Immortale Dei”.

Las potencias protestantes, madres del Estado Capitalista, seguirán enfrentándose a las Españas hasta disolverlas, en el siglo XIX, en una España “Estado-nación” en la Península Ibérica y algunas islas y pequeñas ciudadelas, y otros estados-nación en ultramar, como Filipinas o los estados hispanoamericanos.

[Continúa aquí]